Johnny Depp: "No lamento ni un segundo de mi vida"
Libre ya de cargos judiciales, presenta en San Sebastián su segundo filme como director, un retrato del pintor Modigliani
Johnny Depp (Kentucky, 61 años) ha cumplido en su paso por España. El actor brindó a Pablo Motos su triunfo en los audímetros frente a David Broncano y ha aportado glamour al Festival de San Sebastián, al que llegó bien entrada la noche del lunes, cuando el programa de Motos concluía. No se teletransportó con un traje azul que parecía del guardarropa de Willy Wonka, sino que 'El Hormiguero' se había grabado previamente y se emitió en falso directo.
Depp tiene mucho que agradecer al Zinemaldia. Hace cuatro años, cuando era un apestado en Hollywood y su tumultuoso divorcio de la actriz Amber Heard ocupaba los titulares a diario, el festival le brindó la oportunidad de presentar 'Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan', un maravilloso documental dirigido por Julian Temple sobre el llorado líder de los Pogues, del que Depp era productor.
Al año siguiente, en mitad del enfrentamiento en los tribunales con su ex, San Sebastián le otorgó su galardón honorífico a toda una carrera, el Premio Donostia. "Johnny Depp no ha sido detenido, acusado o condenado por ninguna forma de agresión o violencia contra ninguna mujer", recordó entonces José Luis Rebordinos, director del festival. "Gracias por no comprar lo que dicen de mí, que es falso", expresó el actor cuando recogió el premio, condenando los juicios paralelos en redes sociales.
En junio de 2022, el jurado daba la razón en su veredicto al protagonista de 'Piratas del Caribe': Amber Heard mintió cuando lo acusó de maltrato y fue condenada a pagar a su exmarido 15 millones de dólares por difamación. Al igual que en el caso de Kevin Spacey, la victoria legal todavía no se ha traducido en una resurrección de su carrera. Depp inauguró el año pasado el Festival de Cannes dando vida a Luis XV en 'Jeanne Du Barry', recibida con frialdad por la crítica, y ha prestado su voz a la cinta de dibujos animados 'Johnny Puff. Misión secreta'.
En su tercera visita a San Sebastián, el protagonista de 'Eduardo Manostijeras' ha presentado su segunda película como director: debutó tras las cámaras en 1997 con 'The Brave', donde se dio el gusto de dirigir a su amigo Marlon Brando en uno de sus últimos trabajos. Programada en la sección oficial fuera de concurso, 'Modi. Three Days on the Wing of Madness' ('Modi. Tres días en alas de la locura') sigue a lo largo de 72 horas al pintor Amadeo Modigliani en un París desgarrado por la guerra en 1916. No es difícil de entender qué le atrapó de una historia que habla de la creación artística en medio del caos y de volver a empezar.
-¿Qué tipo de conexión personal siente con Modigliani?
-No hay manera de no sentirla. Fue una de esas personas que entran en la categoría de héroes. Venía de la nada, enfermó de tuberculosis de niño y siempre le persiguió la enfermedad. Solo te cabe admirar la determinación de una persona que tenía hambre por expresarse sin ningún tipo de compromiso, en una época en la que había muchas tendencias distintas. Él se mantuvo fiel a sus ideas, sólido en sus cimientos. Hizo las cosas a su manera, eso es increíblemente admirable en cualquier ser humano.
-Modigliani sostiene en la película que el arte no está en venta. ¿Es complicado en el cine decir algo así, donde siempre se trata de vender algo?
-Comparto esa misma sensación, siempre he tenido esa lucha interna. En el cine hay mucho dinero implicado, pero si es un arte se tiene que ver desde una cierta distancia, como un proceso de colaboración para conseguir algo. Ha habido tanta libertad en esta película que no ha sido necesario preocuparse por nada más. No he tenido limitaciones, solo era cuestión de investigar y explicar a los actores la escena en la que estaban y lo que la película quería ser.
-Los artistas no tienen hoy la misma consideración que en el París de 1916, cuando se les trataba como apestados. Ser artista hoy es 'cool'.
-Era una época en la que si tenías ambición por hacer algo no era tan fácil, digamos que ambición no era una palabra de moda como es hoy. Hay programas de televisión en los que la gente canta y baila para llegar donde quieren llegar. Ser famoso durante 15 minutos. Eso no lo hubiéramos podido imaginar antes. Cualquier persona con ciertas expectativas, ya se ponga detrás de un lienzo o de una cámara, no debería tener obstáculos para conseguirlas.
-¿Sigue habiendo una romantización del artista maldito?
-No me parece mal que lo hayamos hecho, porque eso significa que hacían algo puro. Hoy en día el artista es un animal distinto, como hemos hablado. Todo el mundo es famoso durante quince minutos. Los niños que veían reality shows ya no lo son, tienen veinte años más. Es muy extraño cómo han cambiado las cosas. El arte ha evolucionado hacia otros territorios, con la IA, por ejemplo. Yo aprecio a Brancusi atacando una escultura con un par de instrumentos muy simples, a Modigliani diciendo que ojalá tuviera más rojo. El arte es el último sueño. Respeto a un artista digital, pero él nunca dirá 'ojalá tuviera más rojo', porque dispone de todos los colores y pinceles en su ordenador. Yo prefiero algo básico: un trozo de madera, un lienzo.
-Al Pacino ha sido quien le animó a dirigir esta película.
-Está loco. Lo llevo diciendo durante años y nadie me ha creído. En 'Donnie Brasco' ya hablamos de Modigliani, él iba a dirigir la película. Fue muy raro, porque yo entonces no sabía de qué iba esto. La vida siguió y me olvidé del tema hasta que un día me llamó para pedirme que la hiciera. Tú no esperas una llamada de Al Pacino para nada. Le pregunté por qué quería que la dirigiera y me contestó que yo entendía muy bien al personaje, que tenía la visión correcta. Hay una parte de mí que sabe que Al Pacino está totalmente loco y otra que le admira mucho al haber trabajado con él en dos películas. Está por encima de todo esto, es uno de los grandes creadores de personajes en la historia del cine y del teatro. Al también es muy divertido, nunca te aburres con él. Ha sido una bendición extraña que haya querido trabajar conmigo, acepté el desafío.
-'Modi' termina con la hermosa imagen del artista enfrentado a un trozo de piedra para tallarlo, frente a un nuevo comienzo. ¿Se siente así en su vida después de todo lo que ha pasado?
-Claro que hay un momento de la vida en el que tienes que soltar cosas en un terreno común para hacerlo. Tienes que poder entender que en la vida hay esto y lo otro y que pasas por ciertas épocas. Sea lo que sea que pasó durante estos últimos años, siento que he aprendido mucho acerca de la gente y de la fuerza de las personas que me entienden, creen en mí y me apoyan. Al final, ¿cómo puedo lamentar ni un segundo de mi vida, si puedo estar hoy sentado aquí, siendo lo que sea que soy? He tenido buena suerte, he aprendido mucho. Educación y educación, al final da sus frutos. Al final, todos nos enfrentamos a pagar esa cuenta. Habrá que leerla. Ayuda tener reservas a las que acudir cuando hace falta.