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El empresario Emilio Aragón.DAVI AGUILAR

Publicado por
Agencias

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'Telmo Lobo. El misterio del capitán' (Alfaguara Infantil y Juvenil) es el 'encargo' de los cuatro nietos de Emilio Aragón (La Habana, 65 años) a su abuelo Bebo, como le llaman, para que les contará un cuento.

Y a ellos, a Martín, Aruca, Teo y Cuba, de entre 1 y 10 años, les dedica este libro de aventuras "por ser la inspiración que alimenta mi creatividad y la alegría que llena mi vida".

-¿Son los nietos la mejor medicina para los abuelos?

-Sin duda. Con 30 o 40 años estás remangado trabajando y te pierdes muchos momentos bonitos de la vida de tus hijos, y con mis nietos no quiero que me pase. Por eso, todo el trabajo creativo lo intento hacer por la mañana y por la tarde trato de liberarme para estar con ellos y escuchar las historias que traen del cole.

-¿Se puede querer más a un nieto que a un hijo?

¬-El amor es distinto. A mí antes de ser abuelo mis amigos me decían 'ya verás cuando lo seas' y entonces es cuando descubres que es el amor al cubo, una cosa impresionante. El amor hacia tus hijos es incondicional y el nieto es esa extensión de ese amor incondicional.

-¿Estamos a tiempo de recuperar a los jóvenes para que lean más o la batalla frente a las pantallas está perdida?

-El objetivo del libro es que se diviertan y que lean, aunque sé que es complicado competir contra el 'Fifa 2024'. Puede gustar a niños de 10 o 14 años, pero los padres también lo van a pasar bien. Quiero pensar que es un libro que van a robar a sus hijos.

-¿Cuál fue el libro de aventuras de su infancia?

-Todos los de Julio Verne, los de 'Los Cinco', 'La isla del tesoro' y 'Moby Dick'.

-Guionista, actor, director, productor, escritor, músico... ha cumplido 65, y lo celebra sacando este libro, ¡no para!

-En casa siempre fuimos muy creativos y de aquellos polvos estos lodos. Al final soy un contador de historias y las cuento con la letra de una canción o de un guion, con una obra de teatro, con una serie de televisión o con un libro. Y también necesitas una compañera de viaje que te entienda, te apoye y te anime, y mi mujer en ese sentido ha sido un puntal esencial. Ya no estoy tanto en la época de los platos chinos; para escribir necesito tiempo y la escritura de una novela requiere maduración y generar una atmósfera que solo se consigue si es algo continuo. -Vamos, que para nada está pensando en jubilarse...

-No, eso es lo bueno y lo malo que tiene la creatividad, que puedes seguir escribiendo con 80 años.

-¿Cómo ha seguido la competencia entre Broncano y Pablo Motos? ¿Hemos llevado la polarización política a la tele?

-Esto lo he seguido de medio lado porque he intentado dar un paso atrás en ese sentido. Estoy muy alejado de la tele y no veo prácticamente nada de televisión. Lo único, alguna serie de espionaje. Me llegan ecos de lo que está pasando, pero me salí de eso. Estoy centrado en otras cosas, como en el libro y en mi próxima película. No tengo redes sociales y tampoco quiero dedicar tiempo a estas cosas. Estoy bastante desconectado.

-¿Le recuerdan aún por Nacho, el médico de familia?

¬-Sí. Es fantástico ver cómo en un grupo de personas a lo mejor uno de 16 años no tiene ni idea de quién soy y un matrimonio sí, pero ella dice que le encantaba 'Médico de familia' y él, 'El guego de la oca'. Al final son muchos años. He pasado de La 1 a las plataformas y en medio por las autonómicas, las privadas.

-En 'Médico de familia' con capítulos que sentaban frente al televisor a diez millones de espectadores, ¿no estaría tan pendiente de las audiencias?

-No te creas. cuando tenías un 47% de 'share' y bajabas al 44% decías qué ha pasado, que nos hundimos, jajaja.

-Usted nació en Cuba, conoce bien América Latina y es licenciado en Historia. ¿cómo ve la polémica de exigir perdones por las cuestiones de pasado?

-La historia es la que es y no se puede cambiar y la política nos quiere arrastrar a sitios a los que muchos no queremos ir.

-¿Por qué se dice que la política es un circo cuando el circo une a la gente en alegría e ilusión? 

Es semántica pura. El circo es circo y la política es política.

-¿Cuál es su refugio cultural? 

-Todo lo que me alimenta el alma, cualquier disciplina artística, sea un ballet, una coreografía, un libro. Ahora estoy dando clases de jazz con Pepe Rivero. Me despierto y lo primero que recibo es música clásica. De la política no tengo que leer nada, con los ecos me es suficiente.

-¿Por qué en España se celebra por todo lo alto los triunfos deportivos y no los culturales?

-En esa labor tenemos que empujar todos. Yo estudié en Boston y en las banderolas que colgaban de las farolas había fotos de los jugadores de los Celtics y de los músicos de la orquesta sinfónica. La gente sabe quién era la estrella de los Celtics, pero también quién dirigía su orquesta.