Diario de León

Los reyes del sofá (y de la cama): ¿Conoces los beneficios de dejar a tu mascota que se suba?

Opiniones contrarias: dejar o no que un animal se suba al sofá o duerma con su dueño

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León

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Les gusta. Tanto que se adueñan de él. Se cogen el mejor sitio del sofá. Se ensuciará más a menudo, seguro. Y tendrás que pensar en buscar una buena manta para cubrirlo. Pero analiza las ventajas que tiene para ti. Y para él.

El vínculo será más fuerte, te sentirás más relajado (y él también), tu presión arterial bajará y dirás adiós al estrés y la ansiedad.

Los expertos en comportamiento animal y los veterinarios sostienen que no hay una decisión incorrecta. Sólo debes pensar en lo que te gusta a ti. Pero es bueno saber que la decisión que adoptes debe de ser firme. Tu perro o tu gato no entenderá que unas veces el sofá sea suyo y otras no. El mensaje vale si cambias el sofá por la cama. Aunque en este caso hay algunas ventajas y desventajas que conviene analizar.

A favor del sí están los expertos que se basan en estudios que demuestran que la respiración rítmica de un perro ayuda a conciliar el sueño y estar cerca de él o acariciarlo activa la oxitocina, la hormona que desencadena un proceso químico que afianza el vínculo del amor. Dormir con una mascota da además una mayor sensación de seguridad. Es, sostienen, una buena terapia.

En contra juegan cuestiones relacionadas con la salud, aunque nada grave que no se solucione con una buena higiene. Porque la cama tendrá que cambiarse más a menudo y la habitación ventilarse todos los días. La mascota tendrá que estar vacunada y desparasitada. Sobre esto no hay opción. Es sí o sí.

Samba, bien abrigada en la cama

Samba, bien abrigada en la cama

El no es absoluto, según médicos y veterinarios, si se padece alergia, asma o enfermedades respiratorias.

Hay otras cuestiones que se deben de tener en cuenta. Ocupará espacio, puede resultar incómodo y hacen ruidos. Queda la parte más importante: la de la convivencia. Si tienes pareja, sois tres en la cama.

Eso sí, una vez que la haya probado, ya no querrá bajarse. Por eso es importante definir desde el primer momento los límites. Y mantenerlos a rajatabla.

Si la decisión es que no se suba a la cama ni al sofá conviene reforzar las muestras de afecto en el suelo, reñirle inmediatamente si se ha subido, invitarle a bajar y reforzar la señal con un no firme. No se consigue a la primera. Como siempre, la paciencia y la constancia son la clave con las mascotas.

El debate está abierto. Tú eliges.

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