Los mejores perros para personas mayores
Tener una mascota ayuda al bienestar físico y emocional. Estas son las mejores razas para las personas mayores
A veces, la vida te pone un perro o un gato en tu vida para hacer que tenga sentido». Francisco lo sabe por experiencia. Nunca pensó que su perro fuera a ser su mejor compañía. A sus ochentaipico años, viudo, pensionista y con dos hijos y una hija viviendo fuera, ha encontrado en Max, un mestizo de bichón, una buena compañía.
Lo que Francisco sabe por experiencia lo conocen, con datos, geriatras, gerontólogos, psicólogos y psiquiatras. El impacto de una mascota sobre la salud de una persona mayor es prácticamente inmediata. «En la salud general», apunta Antonio Serrano Garcia, psiquiatra en la Unidad de Psiquiatría de Enlace del Hospital de León. «Sólo hay una salud», apostilla este doctor que trata conjuntamente patologías físicas y psíquicas.
Y no es sólo que contribuya a reducir el estrés, bajar el temido exceso de cortisol, estimular la producción de oxitocina, serotonina y dopamina —el ‘cóctel de la felicidad’—, combatir el sobrepeso, bajar la hipertensión y el colesterol y mejorar la salud cardiovascular, convivir con un perro o un gato aumenta la sensación de felicidad.
«Algunas investigaciones ponen de manifiesto que, para los mayores, lo más satisfactorio de tener mascota es su compañía, comparable a la de un hijo o un ser querido, seguido de la posibilidad que les brinda de expresar emociones placenteras, aumentar su interacción social y sentirse útiles y activos. Las personas mayores se sienten satisfechas con las mascotas, el 97% de los participantes recomienda tenerlas y el cien por cien considera que su tenencia mejora su calidad de vida. Los principales roles que les asignan a las mascotas son: compañía (40.4%), afecto (33.5%), fuente de distracción y consuelo en momentos de angustia 22,23%». Los datos los aporta el psicólogo leonés Miguel Ángel González Castañón.
«La compañía de la mascota en todos los espacios y actividades diarias es el aspecto más satisfactorio para los mayores, su presencia permanente les permite tener un interlocutor, jugar, salir y compartir manifestaciones de afecto que evitan la soledad», añade Castañón.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menor 150 minutos semanales de actividad física moderada. Pasear a
un perro ayuda a cumplir esa recomendación para una vida saludable
La soledad. Es la condición que más sufrimiento provoca. «Es el factor de mayor riesgo en las conductas suicidas», analiza el psiquiatra Serrano García. «Una mascota ayuda a combatir ese riesgo», añade. Incluso como profesional le ayuda que sus pacientes tengan un animal de compañía en casa. «Se habla de él en la consulta, siempre sale en la conversación, y eso te permite a tirar del hilo y a averiguar más sobre la situación de tu paciente», dice.
«Los adultos mayores que tienen sentimientos de soledad están en mayor riesgo de una serie de problemas de salud física y mental, incluida la mortalidad temprana. Una fuente potencial de conexión social puede ser la tenencia de mascotas», añade el psicólogo Miguel Ángel González Castañón.
«Atender a un ser vivo es una fuente de satisfacción. Estar pendiente de él, de sus necesidades, es la mejor terapia para la vida», apunta la doctora Yanet R. Dávila Barboza, geriatra en el Hospital San Juan de Dios. «Elegir qué mascota es fundamental», advierte.
La opinión la comparte la etóloga veterinaria Daniela Farías Cárdenas. «La pregunta que hay que responder, la fundamental, es qué se necesita», avisa.
Y más que de razas, Farías prefiere hablar de individuos. «Hay que elegir bien en la camada o en la protectora. Para que la solución no se convierta en un problema», añade. Pero elabora un listado de los perros que, a priori, se adecuan más a las personas mayores tanto por tamaño como por carácter y necesidades.
Las mejores razas para personas mayores:
- El bichón frisé
- El bichón maltés
-Los caniches incluidos los de tamaño mediano
-schnauzer
-salchicha mini
- los golden-
-los labradores de color chocolate mejor que los dorados
Comparten todos características similares: son dóciles, inteligentes, fieles, cariñosos, necesitan poco ejercicio aunque sí cuatro paseos diarios, son equilibrados a nivel emocional, son sociables y aprenden rápido.
Daniela Farías apuesta por los labradores «pese a su tamaño» porque son protectores y delicados. E incluso por un galgo si se adopta desde pequeño y no ha sido maltratado. «Si la persona mayor tiene movilidad suficiente, estas dos razas son adecuadas. Pero, en el caso de los galgos, hay que tener en cuenta que una persona mayor tal vez no sea capaz de reconducir su conducta y restaurar su equilibrio emocional».
Los perros que no:
Daniela Farías elabora también un listado de los perros que no considera aptos y que nunca recomendaría.
-los de caza
-los teckel
-los terrier incluido el yorkshire
- los chihuahua
«Tampoco el pomeranian», especifica, «aunque es un perro que curiosamente atrae mucho, pero tienen mucha energía».
¿Mejor los gatos?
Hay otro animal que Farías recomienda para personas mayores que viven solas: los gatos. «Dan menos trabajo y aportan mucha compañía. Yo me inclinaría por un gato», apunta. Y una última recomendación: «A los perros y los gatos hay que educarlos. La mayor parte de los casos que veo en consulta son de personas mayores que se encuentran con problemas de comportamiento de su mascota».
Ocuparse de un gato o un perro implica otros beneficios además de la compañía, ayuda a tener una rutina diaria, obliga a hacer un ejercicio físico suave en los paseos que el perro necesita —acercando la actividad física a la que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 150 minutos semanales de actividad física moderada—, mantiene los niveles de atención y contribuye a la socialización a través del contacto con otras personas.
«Entre la persona mayor y la mascota se genera un vínculo lento y progresivo que se fortalece durante las actividades diarias, comparable con el que se establece con un hijo o niño pequeño, que requiere cuidado y protección», dice el psicólogo Castañón.
«Tener un animal a cargo es una responsabilidad. Hay que tenerlo en cuenta», avisa el psiquiatra Serrano García. «Hay que atender las necesidades del animal, no sólo de la persona», comparten la geriatra Dávila y la etóloga veterinaria Farías.
Hay, sólo, un pero que ponen los cuatro especialistas: el duelo por su muerte. «Las personas mayores dicen que las experiencias más difíciles de la convivencia con las mascotas son la separación y la muerte, expresan inquietud y temor de perderlas y equiparan estas pruebas con la separación de un niño pequeño. La muerte se convierte en un evento que los mayores recuerdan como algo horrible, comparable con la de un ser querido que produce dolor, tristeza, llanto y soledad. La pérdida de una mascota evidencia la capacidad de apego, que implica la elaboración de un duelo», avisa González Castañón.
«El vínculo es tan fuerte que se pérdida supone un fuerte golpe emocional», apunta Serrano.
Aún así, las ventajas superan los inconvenientes. «Los principales beneficios para la salud son la alegría y felicidad que se generan en el diario compartir con la mascota, así como la paz y tranquilidad para afrontar situaciones de tristeza, ira y angustia, coadyuvantes en la promoción de la salud que trascienden a los demás miembros de la familia», dice Miguel Ángel González Castañón.
«La esperanza de vida se ha incrementado en el último siglo y los índices de natalidad son cada vez son más bajos. La pirámide poblacional se ha invertido y con ella el cuadro epidemiológico, predominando en la actualidad las enfermedades crónicas. Con este cambio en la esperanza de vida, el desarrollo de programas específicos que fomenten un envejecimiento saludable y que ayuden al bienestar positivo de los ancianos se ha convertido en un reto cada vez más importante», añade este psicólogo conductual.
Estar en casa es más relajante con una mascota. Y hablar con ella ayuda a despejar la mente. No es cosa de locos. Es, quizá, la mejor compañía.