Los gatos callejeros de León y sus ángeles de la guarda ya son ley
- Una veintena de personas cuidan en León 35 colonias de gatos comunitarios. Hay muchas más sin atender. Argos pide al Ayuntamiento que cumpla con la ley de bienestar animal y se implique más.
Las colonias felinas son «un grupo de gatos de la especie Felis catus, que viven en estado de libertad o semilibertad, que no pueden ser abordados o mantenidos con facilidad por los seres humanos debido a su bajo o nulo grado de socialización, pero que desarrollan su vida en torno a estos para su subsistencia. y las personas que las cuidan».
La ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales reconoce la existencia de estas colonias y protege a sus habitantes al mismo nivel que los animales de compañía. Además, reconoce el papel de las personas que las cuidan, lo que saca a esta figura del arbitrio o sensibilidad con su labor de cada municipio. «La ley señala que es competencia de los ayuntamientos hacer lo que hacemos buscando la colaboración ciudadana», señala Fina Alija, presidenta de la asociación Argos de León.
Este colectivo, con casi una década de andadura en la capital leonesa, tiene a su cargo 35 de estas colonias felinas. Una veintena de personas voluntarias se ocupan de darles de comer y colaboran en la aplicación del plan CER (Captura, Esterilización y Retorno).
Desde 2015 han aplicado el plan a un total de 860 gatos comunitarios, nueva denominación que sustituye oficialmente a la expresión popular de gatos callejeros. Las personas que atienden las colonias felinas también están reconocidas en la ley como «persona, debidamente autorizada, que atiende a los gatos pertenecientes a una colonia, siguiendo un método de gestión de colonias felinas, sin que pueda considerarse persona titular o responsable de los gatos de la misma», señala la ley 29 de marzo de 2023.
Con estas cifras, una gran parte de las colonias felinas de León han quedado controladas. Hay casos en los que solo faltan unos pocos gatos para garantizar un control de su expansión.
Las personas cuidadoras curan a los gatos en las colonias cuando está a su alcance y Argos se ocupa de los gastos veterinarios y de las castraciones. La asociación ha solicitado 35.000 euros al Ayuntamiento de León en una reunión que mantuvo con el alcalde, José Antonio Diez, antes de las elecciones. «Es verdad que Argos no lleva todas las colonias, no tenemos gente ni dinero para ello, pero el Ayuntamiento de León debe dedicar una partida presupuestaria para pagar los gastos de los gatos callejeros», subraya la presidenta.
También reclaman que el Ayuntamiento de León suscriba un convenio con el Hospital Veterinario de la Universidad de León para la atención de urgencia de los gatos que lo precisan. Argos reconoce que ya se han dado algunos pasos con las primeras castraciones que ha llevado a cabo directamente el Ayuntamiento de León a través de su servicio veterinario, unas 35 en lo que va de año. «Argos va a seguir ahí, pero ahora llegó el Ayuntamiento», asegura la presidenta de la asociación.
Alija apela a la nueva ley de protección de derechos y bienestar de los animales, que obliga no solo al ayuntamiento sino también a la ciudadanía. «Quien pase con perros delante de una colonia tiene que tener cuidado de que los gatos no sean atacados». Y por supuesto, son perseguibles conductas de maltrato como las que se han detectado en algunas colonias, como el caso de un gato que fue rescatado con heridas de perdigones. «Para que la Policía Local pueda hacer algo tiene que darle medios el Ayuntamiento», subraya.
Llevar una colonia «es muy sacrificado, agotador y muy caro», asegura. Son en su mayoría mujeres y admiten que una vez que se involucran no pueden dejarlo. El comienzo casi siempre es el mismo. Un gato herido o enfermo llega a sus manos y se quedan literalmente enganchadas a la causa.
Las colonias de gatos no surgen por arte de magia. «Generalmente son gatos que tuvieron dueño», explica Fina Alija. Una de las tres colonias que atiende como voluntaria se originó a partir de la muerte de un matrimonio. Sus herederos cerraron la casa a cal y canto y no se hicieron cargo de los animales que habían cuidado los dueños fallecidos. Se aclimataron a vivir en la calle y con el paso del tiempo se multiplicaron. Fina empezó a atenderles y a aplicar el plan CER en la colonia al encontrarse a uno de ellos enfermo.
A Esperanza Martínez Fernández le sucedió algo parecido con otra colonia de la ciudad. Antes de hacerse voluntaria y ofrecer su casa como lugar de acogida para los gatos de Argos ya tenía dos gatos en casa, ambos recogidos de la calle. Cuando apareció una gata pequeña de la colonia que estaba en mal estado tomó contacto con la asociación a través de otra persona voluntaria. En su colonia, las personas cuidadoras han fabricado a mano casitas de poliespán para los gatos, forradas con mantas que se renuevan periódicamente. Son los pequeños chalés de estos gatos sin hogar que cuentan con las alas amigas de ángeles de la guarda.
Gatos comunitarios que limpian de ratones el entorno de las colonias
Los gatos callejeros son denominados gatos comunitarios por la nueva ley de derechos y bienestar de los animales. Pertenecen a la comunidad y, aunque no lo dice la ley, también cumplen una función en su entorno. En León las voluntarias que cuidan de las colonias aseguran que son cazadores de ratones que protegen de los roedores sus entornos, sobre todo cuando se trata de zonas abandonadas o semiabandonadas.
«Es fundamental no amansar al gato de calle»
Esperanza Martínez Fernández visita diariamente una de las colonias felinas de León en horario de mañana. Les da de comer, limpia y ve cómo se encuentran. Cuando hay que hacer algún plan CER (captura, esterilización y retorno) coloca la jaula trampa o utiliza el cazagatos (una especie de cazamariposas) en los casos en que ya no funciona, porque ya reconocen la jaula trampa. «Es fundamental no amansar al gato de calle porque es su defensa», explica la voluntaria. Esperanza Martínez señala que una vez que empezó con esta tarea «ya no lo pude dejar». Además de voluntaria es tesorera de Argos y casa de acogida. Está contenta de que la ley de bienestar animal reconozca por primera vez a las personas que cuidan a los gatos ferales.