Esta es la historia de una galga apaleada por la vida, rescatada en León por El Bosque de Sury, protegida por la Protectora de León y adoptada por Jordi Mestre, un catalán que recaló en una ciudad que conoció haciendo el Camino de Santiago y en la que decidió vivir.
Senda bajaba todos los días por el mismo camino, una especie de sendero que ella misma había trazado a base de pasar y pasar entre hierbas en busca de algo de comida. Por eso sus rescatadores le pusieron ese nombre, Senda. Estuvieron meses siguiéndole la pista pero la galga lo puso difícil. Logró escaparse en el primer rescate, abriendo un hueco de apenas tres dedos en la jaula, pero no desistieron y se logró lo que es casi imposible, que un perro rescatado una vez entre de nuevo en la jaula que lo va a liberar de su vida en la calle y de sus peligros.
Jordi Mestre Cabestany llegó de Barcelona después de 40 años como encofrador de obra civil. Eligió León para la edad del júbilo, la jubilación. Dos semanas después, puso rumbo a la Protectora de Animales de León. Andando. Era agosto. «Vengo a ayudar», les dijo. En la puerta de la protectora, María José le preguntó si había paseado alguna vez a un galgo. Acababa de ingresar en las instalaciones una perra rescatada. Y ahí cruzaron sus caminos Senda y Jordi. Así empezó la nueva vida de Senda.