Diario de León

Entrevista | Luis Salvador López| Médico Psicoanalista

"La orgía especuladora y el consumo voraz son un mandato sadeano"

La imagen escandalosa y el acto impulsivo han ganado terreno a la palabra y la reflexión. El Círculo Psicoanalítico de León dedica un seminario a estudiar la obra del marqués de Sade

Lus Salvador López, en su despacho

Lus Salvador López, en su despacho

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C. TAPIA | LEÓN
León

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Al psicoanálisis le preocupan las perversiones. Las teorías de Sade han triunfado, asegura el psicoanalista Luis Salvador López. Ahora hay que estudiar sus consecuencias.

—¿Por qué le preocupa al psicoanálisis la figura de Sade?

—Al psicoanálisis siempre le preocupó las perversiones y el sujeto perverso porque Freud aprende la supuesta sexualidad normal a través de la perversión. Creo que ahora podemos sacar, además, otras consecuencias de la voluntad perversa, justamente como el estilo perverso sadeano y su exceso, que se han infiltrado en nuestra sociedad del espectáculo tan ávida de sucesos y de escenas impactantes. El problema es que cada vez se hace más difícil poder encontrar cómo escandalizar a los oyentes o telespectadores.

—¿De qué modo han influido las ideas de Sade en la sociedad actual?

—Sade se empeñaba en mostrarlo todo, en decirlo todo, en sentirlo todo, hasta el punto de llegar a precipitar en el oyente una especie de angustia, como un ¡basta ya!. Ése era su lema: escandalizar y pervertir a su futuro lector. ¿Qué cree que acontece ahora en muchas de las intervenciones en los medios de comunicación?. Obscenidad, exhibicionismo de goce, transgresiones variopintas, conductas límite. Pienso que, en su afán de transgredir cualquier límite, el espíritu sadeano y su exceso, han infiltrado nuestra cotidianidad para adormecerla «tóxicamente» un poco más.

—¿Cree que la crisis económica actual es también una consecuencia de la influencia sadeana?

—No cabe duda de que la caída del sistema ha sido la consecuencia impulsiva y el desenfreno de todos: ¡banqueros y consumidores, a gozar!, ¡ciudadanos, consumir un poco más!. Porque todo el mundo se había creído que no había límites, que todo era posible, que la orgía especuladora y el consumo voraz podrían mantenerse sin ningún tipo de freno. Ese «todo es posible» o «todo se debe alcanzar a cualquier precio» hay que entenderlo como un mandato sadeano a la ciudadanía. El problema es que, en su afán perseverante por gozar, todos han seguido su propuesta y ahora vienen los resultados.

—Si la conducta de la represión tenía unas consecuencias y unos síntomas en las personas, ¿de qué manera influye la idea del exceso y el goce en la práctica clínica?

—La conducta impulsiva, en sus diferentes variedades (trastorno alimentario, ludopatías, adicciones a sustancias o al sexo, conductas violentas, cleptomanías...) . Estas conductas nos muestra cómo un sujeto puede quedar atravesado por una voluntad de goce o de exceso que le lleva hasta lo peor. Eso es también espíritu sadeano. Interrogarse en el dispositivo analítico acerca de lo que en la conducta impulsiva se manifiesta, es también un modo de intervenir y de introducir un cierto límite y una sensación de paz. No nos olvidemos que el límite es siempre necesario, vital. Sin límite o sin ley no hay vida ni placer, sino horror.

—¿Tiene alguna propuesta para paliar los efectos sadeanos en la actualidad?

—Como para casi todas las cosas de la vida, no hay recetas milagrosas. Sin embargo, pienso que, en nuestra época, hay que saber articular el uso de la libertad y el valor de sus límites, sin olvidar nunca la ética que promueven nuestros actos. Uso de la libertad y la ética son nuestro problema, pero quizás también nuestro eterno dilema.

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