Entrevista | Francisco Rodríguez | Psiquiatra de la Unidad Dual del Hospital Santa Isabel
«A los pacientes se les cierran muchas puertas en salud mental»
«Lo más duro de trabajar en esta unidad es darte cuenta de la realidad social de los pacientes a los que atendemos». Esta es la respuesta del psiquiatra Francisco Rodríguez, a las causas por las que desde que se abrió la Unidad Dual del Hospital Psiquiátrico Santa Isabel, hace año y medio, ya han pasado tres titulados por sus dependencias. La agresividad con la que se manifiestan en ocasiones los pacientes ocasionó en un principio incidentes con las personas que trabajan en este servicio, dificultad que se ha eliminado al aumentar la contratación de más personal y mayores medidas de seguridad. La unidad está atendida por un psicólogo, un terapeuta ocupacional, una trabajadora social a tiempo parcial, ocho enfermeras y tres auxiliares. Lo más duro es la impotencia para cambiar la realidad de unos pacientes que, en su mayoría, carecen del afecto y el cariño adecuados.
—¿Cuántos pacientes han pasado ya por la unidad?
—Cuarenta. En estos momentos hay catorce, pero tenemos doce en lista de espera.
—¿Qué es lo más duro de trabajar con discapacitados intelectuales que tienen una enfermedad mental asociada o problemas de conducta graves?
—El número de pacientes se incrementa porque ahora están aflorando con la aparición de los recursos asistenciales. Muchos están en sus casas. Esta unidad es pionera porque es la segunda de España, tras la de Cataluña, y la única en Castilla y León. No es fácil trabajar en una unidad de este tipo. Hay pacientes que no tienen ningún apoyo familiar, que han recibido poco cariño en su vida y están solos en el mundo. El Estado les ofrece recursos para su atención, pero no puede darles cariño. Son personas destinadas a vivir en residencias, con poco afecto familiar. Muchos han «quemado» a sus familiares por sus comportamientos agresivos y es difícil reintroducirlos en el ámbito familiar.
—¿La red de salud mental funciona correctamente para estos pacientes?
—En cuanto aparece el cartel de discapacidad intelectual hay algunas puertas que se cierran o no están abiertas, que sí lo están para los enfermos sólo con enfermedad mental. Pienso que se podrían beneficiar de más recursos que ofrece la salud mental. Mi lucha es para que los servicios de salud mental no los discriminen y que no sufran tampoco las familias.
—¿La enfermedad mental sigue siendo la cenicienta de la discapacidad?
—Creo que sí, pero se están haciendo muchos esfuerzos. En León hay un equipo muy bueno que, con los pocos recursos que tienen, hacen una labor bastante aceptable, pero no deja de haber muchas carencias dado el alto porcentaje de población con enfermedad mental.
—¿Cuánto tiempo permanece un paciente en esta unidad?
—Consideramos la «curación» cuando ha estabilizado su enfermedad mental o controlado los trastornos de conducta como para volver a su medio. El tope son seis meses.
—¿Cuál es el perfil de enfermo?
—De entre 20 y 30 años. Más hombres que mujeres. De toda condición social. Lo más frecuente es que sus padres sean mayores y tienen dificultades para controlarlos.
—Ésto provoca un grave problema social.
—Claro. Los padres no pueden con ellos. Los chicos se hacen mayores y llevan peor las frustraciones.