Diario de León

La voz que pide más y más satisfacción afecta también a la infancia y la adolescencia

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La voz del Superyo, que pide más y más satisfacción, afecta también a la infancia y a la adolescencia. «Lo escuchamos en el decir de padres que llegan a la consulta, en los maestros y profesionales que se ocupan de ellos» y plantean «¿cómo pararlos?, ¿qué hacer para frenarlos?», señala Beatriz Gregoret en la introducción a un seminario dirigido por Marie Hélène Brousse en Argentina.

De la misma manera que a muchos niños y adolescentes «no les interesa nada», tampoco «se avergüenzan ni conocen la culpa». Además, señala Gregoret, «hay cada vez más niños que no duermen bien, no consiguen relajarse lo suficiente, como para entregarse al sueño reparador, niños inquietos, ansiosos, agitados. Intolerantes a las limitaciones, a las esperas o a las frustraciones. Agresivos, que no soportan las prohibiciones, no toleran las reglas, ya sean familiares o institucionales».

Otros de los síntomas que se ven en las consultas son «crisis de llantos o de gritos, que los padres denuncian como caprichos; la obesidad y anorexia infantil y puberal». En cuanto a lo sexual, lo más notorio en la adolescencia es la «dificultad de marcar fronteras entro lo íntimo y lo público» y son frecuentes los comportamientos con «gritos de insultos injuriosos, desbocados y sin filtros».

La búsqueda del goce extremo se observa a veces en comportamientos como entregarse a la velocidad o a los deportes de alto riesgo. Los miedos o fobias, a veces, sirven de contención.

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