Lucha contra la ceguera social

ana gaitero

LEÓN

Un traumatismo craneoencefálico dañó su nervio óptico cuando era un chaval. Hasta los 15 años conservó algún resto visual, con limitaciones de la agudeza y el campo visual. Era capaz de desenvolverse, sin bastón ni perro guía, usando «gafas específicas, monóculos y lupas», explica Luis Muñiz.

Ahora tiene 29 años y se ha convertido en empresario para superar la «ceguera social» que impide que las personas ciegas tengan las mismas oportunidades para acceder a trabajos normalizados. «Las empresas no quieren ciegos», lamenta.

Y se ha atrevido a hacerlo en un sector hasta ahora inexplotado por personas ciegas. El e-learning o enseñanza a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Con la ayuda de su madre —que avala el crédito de 35.000 euros— y de la Once —que le presta el apoyo tecnológico, un programa específico valorado en 1.000 euros— se lanzó hace un año a la aventura de abrir un gabinete pedagógico, Logro, en el centro de la capital.

Este joven sevillano afincado en León por amor tuvo que dejar los estudios de bachillerato en un colegio normal cuando perdió totalmente la vista. Fue matriculado en un colegio de la Once y aprendió braille, a moverse con el bastón y a desenvolverse «como ciego» en la cocina, haciendo la limpieza y en las tareas cotidianas.

Lo más relevante de la nueva vida fueron los estudios de tiflotecnología, que le dieron acceso al mundo de los ordenadores y los anotadores parlantes, herramientas que rompen las barreras de la discapacidad visual para conectarse con el siglo XXI. «Estar en el mundo hoy significa manejar la tecnología», apostilla.

Antes de graduarse en Pedagogía y especializarse en e-learning y en mediación familiar, ofimática y recursos humanos se dedicó durante diez años al atletismo de competición. Tuvo becas del Plan Paralímpicos Andaluces entre 1999 y 2005 y figura con nueve palmarés en los campeonatos de España y de Europa, como número 1 en tres ocasiones y como número 3 en otras seis. Se clasificó en el puesto tercero en el Mundial de Atletismo de Lille en el 2002 en la modalidad de 4x100 con relevos. También compitió con atletas sin discapacidad. En 2005, con 23 años, dejó la competición. «Tenía lesiones, quería terminar la carrera y, lo más importante, si quería seguir tenía que pagarme mi propio guía porque la Once no me lo financiaba ya», explica Muñiz.

En el gabinete condensa en un mismo espacio servicios dirigidos tanto a familias, particulares y empresas. Y ofrece la formación «a medida» a través de Internet para cursos específicos, oposiciones e idiomas. «No tenemos bases estándar, todos son a medida incluso los de word. No queremos vivir de las rentas», puntualiza.