Tiroides, el cáncer que se cura
El 90% de los cánceres de tiroides se curan. Las nuevas tecnologías permiten desarrollar técnicas mínimamente invasivas que no dejan cicatrices, más precisas y menos agresivas para el paciente .
LEÓN
El de tiroides es el cáncer endocrinológico más frecuente. En España existen más de 1.500 nuevos diagnósticos anuales, con 8,7 casos por 100.000 habitantes. Los datos epidemiólogos sitúan la zona occidental de la península, con la provincia de León incluida, como una de las de mayor incidencia, incluso con una tasa superior a la media. En el Hospital de León se diagnostican una media de 28 nuevos casos al año (18 en mujeres), según las últimas estadísticas del Registro Hospitalario de Tumores del Complejo Asistencial Universitario de León. Los especialistas señalan que se ha producido un aumento en su incidencia en los últimos años, «no sabemos si porque hay realmente un incremento del cáncer de tiroides o porque los avances con los que contamos permiten diagnosticar casos que antes pasaban desapercibidos», explica el doctor Pablo Casas Rodera, especialista en Otorrinolaringología y Cirugía Cérvico-Facial, y experto en Cirugía Tiroidea y actualmente responsable de casi la totalidad de las cirugías de este tipo realizadas en el Hospital de León. Casas Rodera practica una media de 140 tiroidectomías al año. «Aunque el diagnóstico de cáncer causa temor en los enfermos y sus familias, el pronóstico para los pacientes con cáncer de tiroides es excelente», asegura el experto, ya que la mayoría de ellos son curables con cirugía.
La cirugía es el tratamiento primario de todas las formas de cáncer de tiroides (papilar, folicular, medular y anaplásico). La utilización de técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas permite una incisión apenas perceptible en el cuello que da acceso al tiroides para extraer la glándula.
A largo plazo, las tasas de supervivencia alcanzan aproximadamente un 85-90%. «Este cáncer es más común en las mujeres que en los hombres y afecta principalmente a personas jóvenes y de mediana edad, estando dos tercios de las personas diagnosticadas entre los 20 y 55 años». asegura Casas Rodera.
En la mayoría de los casos, la patología se inicia con un nódulo tiroideo, una lesión con forma de bulto que aparece en el cuello. Generalmente, estos nódulos no afectan a la función tiroidea y por tanto, son asintomáticos, por lo que resulta frecuente que muchas personas no sepan de su existencia hasta que al hacerse otras pruebas, como ecografías cervicales, resonancias magnéticas o al palparse la zona cervical, detectan el bulto.
Sin embargo, no todos los nódulos tiroideos acaban convirtiéndose en un cáncer. «Todo lo contrario —puntualiza el doctor Casas— la mayoría de ellos son benignos y únicamente entre un 5 y un 10% son malignos».
Entre los factores de riesgo para padecer un cáncer tiroideo está la edad —el riesgo de que el nódulo sea maligno es mayor en menores de 20 o mayores de 60 años—, sexo — aunque los nódulos tiroideos son más frecuentes en mujeres, cuando aparecen en hombres el riesgo de cáncer es mayor—. tamaño — en nódulos mayores de 4 cm, aumenta el riesgo de malignidad; adenopatías cervicales — la presencia de ganglios aumentados de tamaño en el cuello aumenta el riesgo de malignidad del nódulo—, historia familiar de cáncer de tiroides o historia de haber recibido radioteparia en la zona cervical.
¿Cuándo practicar la cirugía?
Aunque en algunos casos la patología tiroidea puede tratarse farmacológicamente por el médico especialista en Endocrinología, en otros casos, sobre todo ante la sospecha de un cáncer, es preciso realizar una intervención quirúrgica. «La cirugía estaría indicada cuando conocemos que se trata de un cáncer gracias a las pruebas diagnósticas realizadas, cuando estamos ante un nódulo benigno con un tamaño superior a 3-4 cm. o en situaciones de incertidumbre acerca de la benignidad del mismo. Al fin y al cabo, podemos ofrecer una cirugía mínimamente invasiva y con una incidencia de complicaciones muy baja», comenta el doctor Casas.
Los especialistas señalan que esta intervención ha evolucionado de forma importante en los últimos años, situación a la que ha contribuido la llegada de nuevos instrumentos que permiten desarrollar cirugías mínimamente invasivas, más precisas y menos agresivas. «En la actualidad disponemos de instrumental avanzado, que nos permite realizar el corte y coagulación de forma simultánea y que funciona mediante ultrasonidos. Conseguimos realizar una cicatriz mucho más pequeña, y menos visible, y se disminuye el daño térmico a los tejidos, por lo que se reduce el dolor postoperatorio y el consumo de analgésicos. La coagulación que realizamos es más rápida y efectiva, lo que disminuye la tasa de complicaciones hemorrágicas postquirúrgicas, y por tanto se acorta la estancia hospitalaria. En definitiva, permite desarrollar una cirugía más segura para el paciente y más cómoda y efectiva para el cirujano». «Actualmente no sólo conseguimos que nuestras tasas de curación del cáncer de tiroides sean superiores al 90%, sino que ofrecemos unas tasas de complicaciones, como puede ser el daño del nervio que mueve las cuerdas vocales, inferiores al 0,2%, es decir, prácticamente inexistente», explica el doctor Pablo Casas
La cirugía tiroidea, es un tipo de intervención en el que el porcentaje de complicaciones desciende notablemente cuanto mayor sea el número de pacientes que el cirujano opera cada año. Si esta cirugía se realiza sólo de forma esporádica, la tasa de complicaciones de lesión de la cuerda vocal puede llegar al 20%. «Somos partidarios de identificar siempre el nervio recurrente (el que mueve la cuerda vocal) en todo su recorrido. Esto supone haber adquirido una gran destreza en la disección cervical y en el conocimiento anatómico del cuello. De esta forma disminuimos las posibilidades de lesión», asegura Pablo Casas.
Otras intervenciones
Pero no todas las tiroidectomías que se practican son por un cáncer. El hipertiroidismo no controlado con medicamentos y bocios multinodulares grandes que comprimen la traquea son los otros candidatos a la operación. «El número de tiroidectomías por cáncer al año representan el 25%.
En numerosas ocasiones el motivo de la cirugía es por sospecha, aunque luego no se confirme.