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Defensas para la mujer

Los probióticos se alzan como una alternativa terapéutica para combatir las infecciones vaginales .

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León

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ana gaitero

LEÓN

Las infecciones vaginales son el motivo más común de las consultas ginecológicas. El 80% de las mujeres acude a su ginecólogo por problemas relacionados con este tipo de infecciones. La alteración del flujo vaginal, sensación de quemazón en la vulva y/o en la vagina son algunos de los síntomas más significativos. En la mayoría de las ocasiones los labios vulvares están enrojecidos e hipersensibles.

«Las causas de este problema pueden derivarse de un desequilibrio en la flora vaginal, que puede dar lugar a patologías como la vaginosis bacteriana —el tipo más común de infección vaginal— o la Candidiasis, que es la segunda causa de vaginitis en mujeres en edad fértil y adolescentes», explica la doctora Ana Rosa Jurado, médica y sexóloga, miembro del grupo de probióticos de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia y Secretaria del grupo de trabajo de Sexología de Semergen.

La llegada de los períodos vacacionales, con el retorno a las playas y piscinas, puede favorecer el desequilibrio y la aparición de infecciones debido, entre otros factores, a la humedad del bañador.

Uno de los problemas más frecuentes para las mujeres que lo sufren y los profesionales médicos, a la hora de tratar este tipo de infecciones, es la repetición de la enfermedad (incluso después de un adecuado tratamiento), ya que una vez alterada la flora vaginal, es difícil restaurarla y la repetición de la vaginitis es frecuente», comenta la doctora Jurado.

Lo habitual es tratar la infección mediante óvulos vaginales y cremas que se aplican en la vulva. Los antifúngicos o bactericidas locales suelen ser eficaces y fáciles de usar, pero fallan a la hora de restaurar el equilibrio vaginal perdido. Este problema se suple con los preparados probióticos vaginales, que contienen lactobacilos, y que suponen un buen complemento terapéutico.

Sin embargo, no todas los preparados son efectivos. Es importante que contengan las cepas de lactobacilos adecuadas para una mayor eficacia. En el caso de la vaginitis bacteriana, está demostrado que las cepas del lactobacillus —L. rhamnosus y L. Gasseri— tienen propiedades en la regeneración y mantenimiento de una flora vaginal sana.

Además, estas cepas, conjuntamente, son capaces de resistir el metronidazol, la gentamicina y la clindamicina, y son las adecuadas para evitar la colonización e infección por cándida albicans. Este aspecto es clave, porque una tercera parte de las vaginitis son debidas a hongos.

Los lactobacilos son probióticos utilizados para restablecer el equilibrio de la flora vaginal y cuentan con efectos antialérgicos, inducen la liberación de citocinas anti-inflamatorias y aumentan la inmunoglobulina, es decir, tienen un efecto anti-inflamatorio y aumentan las defensas.

Ojo a los antibióticos

La ingesta de antibióticos es uno de los factores que contribuye a la aparición de estas infecciones vaginales, apunta la vocal de Oficina de Farmacia del COF de León, Magdalena Sánchez Lozano. «Los antibióticos barren la zona flora intestinal desde la garganta hasta el recto», apunta.

A las farmacias llega cada vez más demanda de probióticos (lactobacillus plantarum, gasseri y rhamnosus) por parte de mujeres y va en aumento el número de recetas prescritas por especialistas, aunque los probióticos no están financiados por la Seguridad.

Recientemente, el Instituto Palacio de Ginecología y Salud de la Mujer celebró una reunión en León ginecólogos y matronas para divulgar las propiedades de los probióticos ante las infecciones vaginales.