Diario de León

Cosa de hombres

El cáncer de próstata tiene una alta frecuencia —250 casos al año en León— pero su método de detección es tan complejo que impide hacer programas generales de detección precoz como en el cáncer de mama.

El equipo de especialistas del servicio de Urología del Complejo Asistencial Universitario de León, que dirige Francisco Javier Gallo, en el centro.

El equipo de especialistas del servicio de Urología del Complejo Asistencial Universitario de León, que dirige Francisco Javier Gallo, en el centro.

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El cáncer de mama y el cáncer de próstata tienen algunas cosas común. Ambos tienen una alta frecuencia en la población femenina y en la masculina, respectivamente. Pero hay muchas diferencias sobre todo a la hora de su diagnóstico. Mientras que en el caso del cáncer de mama se cuentan con métodos diagnósticos para una detección precoz en mujeres de ciertas edades, en el caso de la próstata su detección es mucho más compleja. Este es el motivo por el que «no existen ni se aconsejan programas generales de screaning de la población masculina», afirma Francisco Javier Gallo, jefe del servicio de Urología del Complejo Asistencial Universitario de León.

El cáncer de próstata se considera un problema de salud de importancia tanto por su morbilidad y mortalidad (en León se registraron 104 muertes por tumor maligno de próstata en el año 2010, según el INE) como su impacto social y económico y sus consecuencias sobre la calidad de vida. Es el segundo cáncer más frecuente en hombres después del de pulmón.

El cáncer de mama que se da en edades más bien tempranas, por lo que los programas de detección precoz contemplan mamografías periódicas a partir de los 45 años, El tumor maligno de próstata tiene una incidencia a una edad media más avanzada, en torno a los 74 años.

«La detección es más fácil en la mujer, en el hombre es más complejo porque no tiene por qué dar unos síntomas», explica el especialista. Las revisiones urológicas con métodos analíticos que ayudan a descartar la enfermedad son, hoy por hoy, el modo de proceder más aconsejable.

La estrella de las determinaciones sanguíneas es la medición, mediante un análisis de sangre, del antígeno prostático específico (PSA). «Pero es un indicador de la próstata, no de cáncer. Hay elevaciones del PSA de hasta el 50% en casos benignos», recalca el urólogo.

Por lo tanto, siempre que se detecta una elevación del antígeno específico prostático el especialista se enfrenta a la disyuntiva de averiguar a qué se debe. El diagnóstico definitivo puede requerir incluso una biopsia, un procedimiento quirúrgico que no está exento de riesgos y «puede ser que no se detecte si existe cáncer porque se toman muestras muy pequeñas», añade.

Los urólogos tratan de evitar la biopsia. La experiencia del especialista es la que decide el momento de hacerla: el tamaño de la próstata, la edad y la evolución del PSA, sobre todo de la velocidad son indicadores a tener en cuenta.

A partir de los 55 años

El doctor Gallo Rolanía no considera necesario hacer controles periódicos del PSA antes de los 55 años salvo en casos concretos, ya que la prevalencia en hombres más jóvenes es infrecuente.

En los últimos años se han realizado avances para la detección más temprana del cáncer de próstata mediante la búsqueda de biomarcadores tanto urinarios como en sangre, que supongan una alternativa, para superar esa falta de especificidad.

Los métodos terapéuticos han logrado resultados satisfactorios en cuanto a la curación o enlentecimiento de la enfermedad. «Es bastante infrecuente que los pacientes de fallezcan de cáncer próstata», asegura el médico.

La cirugía mínimamente invasiva es uno de los principales avances, ya que esta intervención tiene la ventaja de no restar eficacia a los resultados. Asimismo, se cuenta hoy en día con métodos radioterápicos muy mejorados para afrontar el tratamiento del tumor maligno de próstata.

«Se pueden dar mayores dosis en la zona que se trata y se evitan con más facilidad efectos que antes eran frecuentes como vejigas retraídas y rectitis después de un tratamiento de radioterapia», explica el doctor Gallo.

Además de dar más dosis en los órganos diana con menos efectos colaterales, lo que ha supuesto «una mejora espectacular» es dar la radiación con el apoyo de la imagen. Este método permite hacer «una dosificación selectiva y no uniforme», agrega el especialista.

El equipo de Urología del Caule practica cada año unas 150 operaciones por cáncer de próstata. Las terapias se adaptan a cada paciente de modo que, apunta, «se puede decir que hay una terapéutica a la carta porque cada caso es diferente y es muy importante que el especialista elija la que es más adecuada para cada caso particular».

El tratamiento farmacológico es otro de los frentes en los que se ha avanzado en los últimos años. «Es muy eficaz ya sea como tratamiento único o asociado dependiendo del caso», anota el jefe de Urología. La quimioterapia hormonal se utiliza sobre todo para evitar la reproducción celular.

Influye la raza y la dieta

«Mamas y próstata se parecen en que ambos tienen una influencia hormonal. Las hormonas muchas veces son su alimento y por eso se trata de disminuir esa incidencia», matiza.

Se calcula que en todo el mundo hay 12 millones de hombres afectados por cáncer de próstata. El año pasado más de 5.800 fallecieron en España debido a un tumor maligno. Sin embargo, la prevalencia varía mucho por zonas del mundo, por lo que se cree que la raza y los factores ambientales, como la dieta, son determinantes.

La tasa de prevalencia media mundial es de 28 casos por 100.000 habitantes, pero en Oceanía alcanza los 98 casos por 100.000 mientras que entre los asiáticos desciende a 7 casos por 100.000 habitantes. En Europa la tasa media es de 58 casos por 100.000 personas) y es menor en los países del sur (48 por 100.000) que en los del norte (70 por 100.000).

«Si la raza, como vemos, influye es porque hay factores genéticos determinantes», explica el doctor Gallo. Pero también hay factores ambientales porque se ha observado que aumenta entre los asiáticos que salen de su entorno. Se cree que la soja, que abunda en su dieta, puede ser un factor de protección. En Estados Unidos se da mayor incidencia entre la población afroamericana.

En cambio, las comidas ricas en grasas «son contraproducentes», indica el médico, como en tumores. El consumo de verduras es muy aconsejable porque «se transforman en sustancias que tienen un efecto hormonal sobre los andrógenos».

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