Diario de León

GENTE SALUDABLE

«Mi carácter es reivindicativo»

Luis Jesús Cañón, en su puesto de trabajo actual  en la residencia de Mayores «Manoteras», en Madrid.

Luis Jesús Cañón, en su puesto de trabajo actual en la residencia de Mayores «Manoteras», en Madrid.

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La vida del leonés Jesús Cañón, una lucha contra la discriminación de las personas sordas
León

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Podemos abordar el estudio y tratamiento del sufrimiento psíquico, de los padecimientos subjetivos, desde distintas perspectivas. Simplificando, las reduzco a dos.

Una: La de aquellos que creen y afirman que saben lo que tiene que hacer el que sufre.

Dos: Hay otra manera que se puede enunciar así: escuchar lo que tiene que decir aquel que padece porque el saber sobre sus padecimientos lo tiene él. Esta escucha conlleva el dejarse enseñar y, al mismo tiempo, tomar en serio sus palabras y llevarle a que se responsabilice de lo que dice. Supone también acompañarlo y apoyarlo en las soluciones que encuentre.

Si nos centramos en el autismo, hay que destacar un hecho que, en mi opinión, reviste una gran importancia: desde hace algunos años están apareciendo libros escritos por autistas. De entre éstos, destacaré el último de Donna Williams: Alguien en algún lugar, N.E.E.D. Barcelona, 2012.

Hay que acercarse a este libro con reverencia, agradecimiento y deseo de aprender porque es un libro valiente y generoso.

¿Qué nos enseña?

Nos muestra que el aislamiento autista es una coraza, un muro, una fortificación que el sujeto necesita para protegerse de la angustia insoportable que le provoca el contacto, la relación con los otros.

Nos describe todo aquello que inventó para protegerse; pero que también le fue útil para soportar algún tipo de relación. Invenciones de las que pudo desprenderse cuando ya no las necesitaba.

Demuestra que el mundo tras el que se esconde puede abrirse. Sólo espera que alguien pueda ver las puertas y ventanas.

Donna clama —con toda autoridad— contra quienes propugnan el adiestramiento sin tener en cuenta el consentimiento. Como dice la autora «conseguir que un autista se comporte externamente como otros desean no implica haber modificado nada sustancial en su funcionamiento».

Para concluir: Queda patente que una posición respetuosa, no intrusiva, con sensibilidad ante la angustia, es imprescindible en aquel que ha sido elegido como terapeuta por el autista. Me permito recomendar este libro a padres, educadores, psicólogos, psicoanalistas y a todo el que se acerque a él con respeto y amor por el saber.

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