? OPINIÓN
Constelaciones familiares ante la violencia machista
Siglo XXI y siguen noticias de muerte por violencia y maltrato de género. La reacción que puede despertarnos de venganza sobre el agresor hay que cuidarla ¿Para qué? para alejar el deseo de violencia que puede apoderarse del pensamiento y de la sociedad. Los pensamientos se hacen palabras, las palabras conductas y las conductas en la forma de vivir.
La violencia es un acto de poder que atrapa a la víctima y agresor/a. Y el resultado por esta lucha de poder, aleja de la solución y acerca a consecuencias fatales. La inclusión de ambas partes en la solución y necesidad de ayuda ¿daría lugar a una dinámica de cambio social, intrafamiliar y psíquica?
La relación violenta que hay entre víctima – agresor es transaccional, con ello quiero decir, unas veces una parte es víctima y otras veces, esa misma parte, se convierte en agresora física o psicológica, así ambos se convierten en víctima y agresor, perdiendo y perdiendo energía y vida. Cualquiera de ellas es dañina para la persona que lo hace o que lo sufre ya que le lleva a mayor exigencia de compensación o mayor daño y ello repercute en mayor violencia y menor respeto entre ellos.
Es necesario y conveniente, en la mayoría de los casos, la separación física entre víctima y agresor. La eliminación del agresor como persona que necesita ayuda en esta relación desviada es más fácil y menos efectivo. Entre una víctima y un agresor, el Estado sólo interviene con castigo y protección. Legisla para el castigo, pero el miedo al castigo no impide los resultados mortales. Y las consecuencias ya se están demostrando en el número de víctimas de maltrato que siguen produciéndose, de las que algunas también son niños/as y hombres.
El castigo empodera a la víctima momentáneamente y sigue sin resolverse la cuestión de la violencia, quedando el uno y el otro en situación de debilidad y en riesgo. A veces, la víctima denuncia para que el agresor cambie y no quiere la separación. No se da cuenta de que cambiar o no, tan sólo es potestad propia y para ello han de darse las condiciones, al menos, de querer cambiar y saber que la relación, tal y como se está dando, puede desencadenar mayor violencia y aún hay que añadir el deseo de pedir ayuda para salir de ello.
El castigo del agresor es insuficiente moral y psicológicamente para que la víctima se sienta suficientemente compensada. El castigo y la protección no cambia significativamente a las personas. Las Constelaciones Familiares contemplan la relación tácita entre ambas partes, víctima y agresor y su contexto sistémico fenomenológico desvelará la información para pacificar a los implicados. Algunas vinculaciones traumáticas disfuncionales de la pareja y familia inducen a esa violencia. Excluir da más espacio a esa violencia y no salva vidas.
En te doy mis ojos, de Itziar Bollain, la madre pregunta a la hija ¿por qué aguantaste? y la hija responde ¿y tú por qué lo aguantaste?