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Emprendedoras de bienestar familiar

Silvia Muñoz y Celia Rodríguez fundan Muro, un gabinete psicosocial especializado en adopciones y adicciones.

Celia Rodríguez Herreras, trabajadora social, y Silvia Muñoz Manceñido, psicóloga de Muro, emprendedoras de la salud.

León

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LEÓN

Dos mujeres de 49 y 38 años se reinventan. «Yo necesitaba un cambio en mi vida», comenta Celia Rodríguez Herreras. «Deseaba aprender más», señala Silvia Muñoz Manceñido. Acaban de abrir en León un gabinete psicosocial con un nuevo concepto de atención a la salud mental, con especial dedicación a la adopción y las adicciones.

Una es trabajadora social, terapeuta, especialista en orientación familiar, experta en drogodependencias y miembro del Tipai (Turno de intervención profesional en adopción nacional e internacional) y la otra, psicóloga general sanitaria y especialista en psicoterapia además de máster en Psicopatología y Salud.

Hace un año juntaron sus inquietudes y la primera sílaba del primer apellido y se encontraron con Muro. Se dieron cuenta de que el acrónimo resumía muy bien su filosofía: «Pensamos que las personas en determinados momentos de la vida nos podemos encontrar ante problemas, dificultades, obstáculos, miedos, etc. que suponen un «muro» que percibimos como infranqueable, nuestra función es ayudar y dotar de las estrategias necesarias para romper ese «muro», explican.

Son emprendedoras aunque su actividad no se visualiza como una empresa, tal y como han comprobado al hacer la formación en emprendimiento. «Nos consideramos buenas profesionales en nuestro trabajo, y pensamos que igualmente podríamos hacerlo en un contexto nuevo. Como profesionales liberales emprendiendo», añaden.

Celia Rodríguez, con una larga trayectoria profesional a sus espaldas en programas de adicciones, se quedó sin trabajo, pero «en ningún momento de crisis y angustia pensé en abandonar mi profesión de trabajadora social. Me hacía falta hacerlo a mi manera, con mis conocimientos, mis habilidades, mi formación, mi experiencia y con mi socia. Mi objetivo de ayudar, de dar esperanza a muchas personas, de intervenir en situaciones difíciles, siempre ha estado presente a lo largo de mi vida personal y profesional», confiesa.

Silvia Muñoz inicó su especialización «en el área de las adicciones, pero yo deseaba aprender más y aportar mis conocimientos y mi experiencia en un contexto diferente y menos limitado», añade.

Ofrecen apoyo complementario para abordar un gran abanico de dificultades. Conflictos en la adolescencia (inicio en el consumo de sustancias, problemas de conducta, fracaso escolar), problemas en la infancia (dificultades de desarrollo, miedos), terapia de adicciones con sustancias (cocaína, alcohol, cannabis, etc) o sin sustancias (juego, internet), terapia familiar, ansiedad, depresión, enfermedades crónicas, escuela de familias, orientación socio-laboral y sobre ayudas sociales, etc.

Un abanico del que destacan dos áreas, la adopción y las adicicciones. Han creado un servicio postadopción para orientar y ayudar a los padres y madres en el desempeño de la vida cotidiana, y a la vez promover el desarrollo de habilidades comunicativas que permitan afrontar las situaciones difíciles con sus hijos e hijas adoptadas (revelación de los orígenes, desarrollo del apego, adaptación familiar, contexto social y educativo, etc.).

«La adopción de un menor es un proceso largo, lleno de emociones, sentimientos y satisfacciones, pero también un proceso complejo, que implica muchos retos, y en ocasiones puede dar lugar a conflictos y crisis en el seno familiar», comentan.

En el campo de las adicciones, subrayan: «Sabemos cómo hacer, conocemos cómo enseñar a las personas a recuperar el control sobre sus vidas, que es algo característico en este tipo de problemas». Una pérdida de control que impulsa a repetir conductas que atentan contra la salud y deterioran relaciones familiares, sociales, laborales, a veces con riesgos judiciales.

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