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Los colores del cerebro

Nace en León un colectivo de autoayuda que reivindica la riqueza de la diversidad.

Momento en que el grupo se prepara para el posado y ensaya las diferentes posiciones para la foto del cerebro de colores.

León

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La idea de que el cerebro es tan solo materia gris está desfasada. También está decayendo el imperativo de las etiquetas. En León acaba de nacer el colectivo Un cerebro de colores , que a través de una fotografía colectiva llena de color pretende reivindicar la diversidad funcional y a la vez crear una herramienta para obtener fondos con vistas a trabajar con niños y niñas y también personas adultas con problemas de conducta arraigados en diferentes causas.

La psicóloga Esther Prada ha liderado esta iniciativa en la que se involucraron más de 70 personas que representan la diversidad de la sociedad y la vocación de «inclusión, aceptación y tolerancia» que inspira la idea.

«Queremos promover conciencia social y forzar a las administraciones a que se tomen en serio un problema invisible para los servicios sociales y que desborda a los centros educativos porque no tienen especialistas en salud mental», explica.

Se trata de un grupo heterogéno en el que confluyen intereses personales y familiares, profesionales y en algún caso ambas cosas. Desde el Síndrome de Down al Daño Cerebral Adquirido, desde profesionales de la salud mental a la educación y los servicios sociales. Asociaciones y personas con problemas de adaptación a un mundo complejo confluyen en un mismo movimiento.

«Tenemos que normalizar que a las personas nos pasan cosas y darnos permiso para la imperfección», agrega la psicóloga. Con el Cerebro de Colores pretenden impulsar el germen de un movimiento social que no se quede en León y se extienda a otras provincias.

«El profesorado no está preparado y no tiene medios para atender a estos críos», añade, que muchas veces son carne de lo que se llama fracaso escolar porque se les empieza a tratar con etiquetas.

El TDAH, vivir una adopción, inteligencias límites, personas que han sufrido traumatismos, adolescentes con adicciones a la tecnología... «Se trata de ver cuál es la problemática y dar apoyo a estas familias» que, como el profesorado, también se sienten desbordadas y muchas veces «soportan genialmente los problemas de conducta», especialmente las madres, destaca. Ni económica ni emocionalmente reciben apoyo de la administración para afrontar el día a día, salvo excepciones.

La fotografía se realizó frente al Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo después de un mes intenso de organización. Se crearon grupos por colores y finalmente con los recursos humanos y materiales que fueron aportando las personas voluntarias se consiguió hacer el histórico retrato el 17 de septiembre. No fue un sábado cualquiera. La foto se realizó desde una grúa, aunque en realidad se tiraron miles de instantáneas que ahora están en fase de edición.

La idea es comercializar la versión o versiones que se elijan en la fase siguiente del proyecto. Los participantes calificaron el evento como «el abrazo de las neuronas» en el que los colores simbolizan la diversidad de cerebros y a la vez la diversidad del cerebro.

«Colaborando me sentí importante», señaló una de las madres que participaron. El colectivo ha cuajado en un grupo que organiza actividades de ocio conjunto y comparte experiencias y nuevos proyectos. «En la foto no hay nadie sin importancia», recalca otra de las personas involucradas.

«Es una paleta donde todos los colores son igual de importantes y se complementan», añade otra mujer. El colectivo se mantiene en contacto permanente a través de las nuevas tecnologías y se va ampliando poco a poco, de modo que la conciencia social empieza a expandirse a través de sus lazos de unión y desde sus propias experiencias. Porque el cerebro no es gris, sino una paleta de colores.

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