Diario de León

ANTONIO BLANCO MERCADÉ. Presidente Comisión de Bioética Castilla y León

«Un tratamiento adecuado evitará recurrir a la eutanasia»

f. otero perandones

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León

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LEÓN

La eutanasia es un debate que vuelve de forma cíclica. Aunque esta vez parece que ha llegado para quedarse a tenor de las últimas iniciativas parlamentarias. El doctor Antonio Blanco Mercadé, especialista en Otorrinolaringología el Caule, es también el presidente de la Comisión de Bioética de Castilla y León, está al frente del Comité de Ética Asistencial del área de salud de León y de las comisiones deontológicas del Colegio de Médicos de León y del Consejo de Colegios de Médicos de Castilla y León. «El debate de la eutanasia es una realidad que se nos viene encima», admite.

—¿Qué es la eutanasia?

—Eutanasia viene del griego y quiere decir ‘bien morir’. La eutanasia es provocar la muerte de una persona de forma directa y a petición reiterada del interesado.

—Es un debate que viene y va periódicamente en España. ¿Cree que se dan las condiciones para que se regule?

—Está de actualidad de nuevo porque ha habido algunas iniciaitvas parlamentarias. Es un debate en el que todo el mundo opina pero se mezclan muchas cosas.

—¿Qué quiere decir?

—Hay muchos casos que se confunden con eutanasia y no lo son, como el de Inmaculada Echevarría. Era una enferma conectada a un respirador y lo que hizo fue rechazar el tratamiento. Así se reconoció en los juicios posteriores a las denuncias.

—¿Esto es posible en la actualidad en España?

—Sí, la ley 41/2002 establece que los pacientes tienen derecho a rechazar cualquier tipo de tratamiento.

—¿Hay que expresar esta voluntad en un testamento vital o instrucciones previas?

—No es necesario. Basta con que se manifieste teniendo la conciencia plena.

—¿Y el caso de Ramón Sampedro?

—Es suicidio asistido. Era tetrapléjico y no podía hacerlo. Le proporcionaron un veneno que le produjo una muerte posiblemente dramática. No intervinieron profesionales sanitarios, pero le dieron los medios. Tampoco está legalizado pero tiene un tratamiento jurídico distinto. Como es un acto intransitivo tiene atenuante respecto a la eutanasia, que es transitivo.

—¿Qué otros conceptos se confunden con eutanasia?

—El homicidio por compasión, como el caso de aquel enfermero que ponía una inyección letal a personas que no lo habían solicitado.

—También se demostró que la práctica clínica del doctor Montes no era eutanasia.

—Efectivamente. El doctor Montes hizo una buena praxis. Aquello, que tuvo sus motivos ideológicos, perjudicó mucho a todos. La sedación paliativa es parte del acompañamiento activo que ahora se busca en el buen morir. No es eutanasia.

—¿En qué consiste el acompañamiento activo?

—Tradicionalmente, cuando una persona iba a morir se apartaba de la cama del paciente y daba paso al confesor y al notario. Se decía que el paciente estaba desahuciado o ‘no hay nada que hacer’. Ahora hay más medios para prolongar la vida y se puede caer en el extremo contrario con la resistencia u obstinación en ‘hacer todo lo posible’, lo que también se llama encarnizamiento. La máxima ética es que todo lo que se puede hacer a veces no se debe hacer. La posición ideal es el acompañamiento activo. Al paciente no se le puede curar, pero no se le abandona. Ahí entra la necesidad de que haya cuidados paliativos accesibles a todo aquel que lo necesite y de calidad. Y no sólo a pacientes con cáncer.

—¿Actualmente están garantizados estos cuidados?

—León tiene una unidad de cuidados paliativos en el Monte San Isidro y un equipo de domiciliario de Atención Primaria excelentes, pero son insuficientes. Es de lo que se va a encargar el plan de cuidados paliativos de Castilla y León que se está ultimando. A ello va unido otro aspecto que es lo que el Hospital de León hemos definido como adecuación del esfuerzo terapéutico. Hay que saber ‘soltar’ a los pacientes en un momento determinado.

—¿Qué es la adecuación del esfuerzo terapéutico?

—Si adecuamos el tratamiento a las necesidades del paciente no tendremos que recurrir a provocar la muerte. Sería innecesario.

—¿Cómo se concreta en la atención a las personas?

—Hay que tener en cuenta varias actitudes. La primera, no administrar tratamientos contraindicados. Segundo: cuando hay una desproporción entre el gasto por prolongar la vida y la expectativa breve de la misma. En tercer lugare están los tratamientos extraordinarios que se le ofrecen a los pacientes y que pueden rechazar. Y por último, la finalización. La despenalización de la eutanasia llegará tarde o temprano, pero tiene que haber supuestos muy claros, no puede ser de manera libre de manera que se utilice para castigar a los más débiles. El peligro de la despenalización es caer en una pendiente resbaladiza.

—Parece que todo fuera una decisión médica. ¿Qué hay de la voluntad de la persona?

—Si se consigue que la gente muera acompañada, sin dolor y que se respeten todos sus valores no hay porque recurrir a la eutanasia, que se reclama porque el interesado no está de acuerdo en seguir viviendo en las condiciones en que está. Se tendría que evitar que alguien tenga que pedir la eutanasia y proporcionarle una muerte en paz, confortable, en una habitación individual y controlando los síntomas de fatiga, dolor y sufrimiento.

—En algunos países estas atenciones finales se dan fuera del ámbito sanitario.

—Es el modelo de los Hospice ingleses. El ámbito sanitario es importante, pero el sociosanitario lo es mucho más. Los más débiles son los más vulnerables. Hay que atender las necesidades sanitarias y sociales.

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