No podemos cambiar de vida pero sí verla de otra manera

Quien más quien menos, a estas alturas, ha retomado la normalidad cotidiana, volviendo a asumir las responsabilidades, cargas y sorpresas que derivan de la? rutina diaria. Algunos, los más afortunados, volvemos al trabajo que dejamos aparcado a un lado durante un tiempo y que puede ser el foco de nuestro malestar, la piedra angular de nuestra infelicidad o el centro de conflictos personales e interpersonales.

Otros, ya jubilados, vuelven a las tareas cotidianas, poniendo su preocupación en la subida de las pensiones, el paro, la despoblación, la falta de servicios públicos en muchos ámbitos de la vida, los recortes… En esta sociedad, en general.

Y otros, los que sufren las consecuencias del paro —a mi modo de ver los que más motivos tienen para quejarse y desanimarse— vuelven a la búsqueda infructuosa de empleo, a la precariedad, a los trabajos a salto de mata que no permiten visualizar ningún tipo de futuro, a la angustia del paso del tiempo, a vivir como se pueda.

En cualquier caso, todos retornamos a nuestro día a día y casi todos buscamos las causas de nuestro malestar fuera de nosotros mismos. Como si el hecho de poner la causa en el exterior nos aliviara de sus consecuencias. Así, hablamos de la crisis postvacacional, del síndrome del quemado, de la angustia, del estrés del inicio… términos todos que explican de alguna forma el descontento y el desánimo que podemos sentir.

No nos engañemos.

Las causas de nuestro sufrimiento no suelen estar en las circunstancias que nos rodean, sino en la forma en que afrontamos dichas circunstancias. No podemos, seguramente, cambiar la vida. Pero sí podemos tratar de asumirla desde otra óptica.

El Teléfono de la Esperanza, a través del trabajo en grupos, talleres o atención personalizada, ayuda a enfocar la vida desde una óptica positiva y realista, llamando a las cosas por su nombre, desdramatizando, tomando distancia y, sobre todo, acompañando. En él y a través de él podemos escuchar y ser escuchados, atender y ser atendidos, acompañar y ser acompañados.