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Volar con cicladoras

Los pacientes con tratamiento de diálisis peritoneal denuncian las trabas que sufren en algunas aerolineas para viajar.

La Asociación Leonesa de Enfermedades Renales (Alcer) durante su cuestación anual. FERNANDO OTERO

León

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Mantener un estilo de vida plenamente activo, realizar el tratamiento de diálisis en casa o viajar, son algunas de las ventajas que las terapias de diálisis domiciliaria ofrecen a las personas con enfermedad renal. Sin embargo, estas personas se ven discriminadas a la hora de viajar en avión ya que determinadas aerolíneas les ponen impedimentos para acceder a bordo con sus cicladoras, dispositivos necesarios para el correcto desarrollo de su tratamiento.

El principal problema viene dado porque la aerolínea considera a estos aparatos como objetos no aptos para llevar en cabina y son derivados a bodega dónde podrían sufrir daños. También se da la situación de que a estas personas se les exige el pago de un billete extra por el espacio que ocupa este dispositivo, que en ningún caso supera el de un equipaje de mano tradicional. El desconocimiento por parte de la tripulación a bordo sobre cómo actuar en estos casos es una variable que se da en todas las situaciones de este tipo sufridas por estas personas.

Rafael Gutiérrez tiene 57 años y está en tratamiento de diálisis peritoneal desde hace tres. Se mantiene laboralmente activo y es un apasionado de los viajes. «Antes de comprar los billetes siempre me aseguro con la aerolínea de que no haya problemas», explica Rafael. Así hizo en su último viaje y le confirmaron que no debería haber problema alguno por lo que se decidió a comprar los billetes. «Mi problema llegó a la hora de embarcar, la compañía me denegó el acceso al avión por motivos de espacio, alegando que mi cicladora no cabía en cabina y que tampoco podían meterla en bodega por motivos de seguridad». Finalmente, la compañía le hizo perder el vuelo, sin entregarle ninguna solución. «Tuve que bajarme del avión y perdí las vacaciones que tenía planificadas con mi familia», lamenta. Rafael decidió ir a juicio, pero el juez no le dio la razón alegando que «no quedó demostrado que llamara previamente a la compañía para asegurarse de que podría viajar con su cicladora».

Una experiencia similar sufrió Ramón Rodríguez, de 73 años y en tratamiento de diálisis peritoneal desde el 2015. Ramón está jubilado y todos los años realiza como mínimo un viaje en avión. «Existe una gran falta de información de nuestra situación por parte de la tripulación, tenemos todo el derecho de viajar con nuestras cicladoras pero, en la práctica, son muchas las compañías que ponen impedimentos para que podamos hacerlo. Recuerdo que la última vez que sufrí una situación de este tipo fue en un viaje a Roma, la tripulante de cabina insistía en que no podía subir con la máquina por problemas de espacio. Yo insistí en que era esencial para mi tratamiento y, finalmente, tuvo que intervenir el comandante para resolver el problema. Siempre nos enfrentemos a esta incertidumbre».