A CORAZÓN ABIERTO
Valentín Rodríguez: «El sufrimiento mental es inherente a la existencia humana porque vivir es una permanente desilusión»
Valentín Rodríguez Melón, psiquiatra y psicoanalista que empezó su carrera profesional al mismo tiempo que se abría en León el psiquátrico Santa Isabel, en 1965, acaba de publicar Jornadas y cesuras (Una semana de Psicoterapia Psicoanalítica), es un libro que trata de la práctica de esta profesión y que tiene como objetivo «facilitar mejores niveles de salud mental a quienes la reciben». Licenciado en Medicina por la Facultad de Medicina de Valladolid (1965) y en Psiquiatría por la de Oviedo en 1970, trabajó con el doctor Solís Suárez en Santa Isabel donde desempeñó
funciones desde médico interno hasta jefe clínico. Entre 1979 y 1992 fue psiquiatra por oposición en la Seguridad Social. Es miembro de la Sociedad Castellano Leonesa. En 1972 se inicia en lo psicoanalítico con la Asociación Madrileña de Psicoterapia de Grupos. Miembro de número de APAG (Asociación española de Psicoterapia Grupo-analítica)
Como analista Institucional, realiza Asesorías y Ponencias para El áea de Salud Mental “Macarena” de Sevilla, y para el Hospital Psiquiátrico de Asturias. A nivel docente, desde 1993 hasta 2005 y desde las dependencias del Sespa (Oviedo) ofrece un seminario sobre Técnica y Teoría de la Técnica en Psicoterapia Psicoanalítica.
Desde 1993 realiza en su consultorio trabajos de Psicoterapia Psicoanalítica para adultos y Supervisiones clínicas. Cuenta con más de 20 trabajos publicados en las revistas especializadas sobre estas modalidades psicoanalíticas.
—Es un psiquiatra y psicoanalista de larga trayectoria en León. ¿Cómo llegó a esta profesión y a la orientación psicoanalítica?
—Creo que mi vocación por la psiquiatría pre-existió en mí desde siempre; pero tuve además la suerte de que el final de mis estudios de Medicina coincidió con la apertura en León del Hospital Psiquiátrico Santa Isabel, donde me admitieron como médico-interno, y ya desde ahí seguí de forma casi inexorable ese camino. Como Psicoterapeuta de Grupos, trabajo con enfermos psicóticos en Santa Isabel, así como la iniciación de un trabajo en Equipo de orientación familiar Multidisciplinar, con experiencias en pacientes subagudos de alternancia intra y extrahospitalaria. Paralelamente y de forma Extrahospitalaria empieza a trabajar con pacientes alcohólicos creando una Red Provincial de Grupos que va a cristalizar en la creación de Asociación Alcohólicos Rehabilitados de León (ARLE) de la que es fundador.Miembro de la Revista Socidrogalcohol.
—¿Cómo fueron sus primeras experiencias en la clínica en Santa Isabel y qué ha cambiado desde entonces en la psiquiatría en general y su modo de ejercerla en particular?
—Mis primeras experiencias no fueron demasiado positivas; nuestra actitud era fundamentalmente pasiva, casi kraepeliana, limitada al diagnóstico y a la clasificación, apenas teníamos medios terapéuticos para influir sobre el curso de las cosas. Los primeros neurolépticos solo hacía 12 años que habían comenzado a ensayarse. Hoy evidentemente las cosas han cambiado, el psiquiatra, o mejor el equipo asistencial, tiene más recursos terapéuticos y se ha abandonado la idea de reclusión por la de reinserción, con el apoyo comunitario de una idea socializadora del enfermo que antes no existía. Esto me ha llevado a tener un compromiso más personal con el individuo-paciente que con el enfermo psiquiátrico.
—¿Qué le ha interesado más a lo largo de su carrera y que métodos o caminos decidió abandonar?
—Creo que lo que más me ha movido y motivado es la curiosidad de intentar saber algo más del por qué se desarrolla toda esa fenomenología que englobamos bajo el concepto de sufrimiento mental o de enfermedad psíquica. Pero tengo que reconocer y agradecer al Dr. Solís Suárez, entonces director de esa Institución el que me puso en el camino de las Escuelas Psicoanalíticas. En esta búsqueda de mi posición ante el paciente encontré el Psicoanálisis y ya siempre me he movido desde él.
—¿Con qué ha sentido que ha ayudado más a las personas que han sido sus pacientes?
—Es difícil saber cuáles han sido las motivaciones que han proporcionado más ayuda. Probablemente al principio fue el entusiasmo que ponía en mi trabajo, luego la perseverancia, y tal vez al final puede ser la experiencia lo que más nos sirve como ayuda.
—¿Jornadas y cesuras es un libro enfocado sobre todo a profesionales de la salud mental?
—Sí, Jornadas y Cesuras es un libro pensado para especialistas, pero escrito para ser leído por cualquiera que tenga interés en el conocimiento del ser humano.
—¿Qué aportaciones prácticas más significativas ofrece en este volumen?
—Técnicamente, lo que ofrece el volumen es la mostración de una Práctica de la técnica de la psicoterapia de base analítica, practicada en un marco no idóneo, donde hay una limitación de la frecuencia y de la posición, que denomino Encuadre Limitado’, aceptado y negociado con las posibilidades más realistas de nuestros pacientes.
—La enfermedad mental ha sido y hasta cierto punto es un tabú a pesar de que prácticamente es una epidemia. ¿Qué propondría para romper o rebajar ese tabú?
—Sí, es verdad que ha existido este tabú. En parte es comprensible, la creencia omnipotente del individuo en su capacidad mental no le permitía aceptar los déficits de ésta y los castigaba con la negación o el aislamiento. Creo sinceramente que esto va cambiando. La sanidad oficial va asumiendo que ha de tratar estos enfermos en sus propias áreas comunes de salud.
Han aumentado las plazas de médicos psiquiatras en todo el territorio. Se están dando entradas a equipos asistenciales de psiquiatra-psicólogo y trabajador social que son necesarios de interactuar, se ha hecho oficial la especialidad de psiquiatría infantil, etc… son cambios que eran inimaginables cuando yo inicié mis trabajos. Es evidente que existen aún tabúes individuales, pero en general son debidos a que intuimos cierta conflictividad interna en nosotros mismos, esto hiere nuestro orgullo y tratamos de refugiarnos en ese tabú ancestral que se va derritiendo.
—En su libro habla de pacientes a-simbólicos o narcisistas. ¿Son las dos únicas clases? ¿Cómo se definen?
—No en absoluto. La variedad de expresión del sufrimiento mental es amplísima. Si he elegido estos ha sido casi como desafío y dificultad a trabajar con estos dos tipos de estructuras psíquicas en las que la capacidad de registrar simbólicamente las experiencias emocionales está muy bloqueada. Son pacientes muy poco permeables al cambio, ya sea porque se quedan paralizados en un registro somático, en comportamientos repetidos, o chocan contra el muro infranqueable del ideal de sí mismos.
—Se basa en casos clínicos reales que presenta como ‘viñetas’. ¿Qué criterios de selección ha escogido como relevantes para mostrar a los lectores?
—Se han seleccionado aquellos caso o viñetas que pensé que se adaptaban mejor a la comprensión del concepto teórico o técnico que iba a desarrollar posteriormente en cada capítulo.
—¿Hay algún caso que le haya impactado especialmente en su práctica profesional?
—Todos me han impactado. El impacto emocional es obligado para que ambos, el paciente y yo, comencemos a desarrollar pensamientos. Si tuviera que responder de manera concreta, le diría que el último con el que acabo de trabajar.
—También expone una serie de técnicas: encuadre, escucha, sueños, transferencia y contratransferencia... ¿Para qué sirve todo esto?
—Esos conceptos: Encuadre, escucha transferencia, etc. son conceptos ineludibles en la técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Son normas o reglas básicas sin cuya referencia no podríamos trabajar. Son las bases de la técnica. De no contar con ellas estaríamos practicando ‘encuentros silvestres’ sin ninguna validez teórico-técnica.
—La falta de salud mental es sufrimiento.. ¿Por qué unas personas consiguen superarlo y otras no? ¿Se investiga lo suficiente en este terreno?
—El sufrimiento mental es inherente a la existencia humana, porque vivir es una permanente desilusión y renuncia al estado de total felicidad que nos ofrecía la vida pre-natal. Frente a ello estamos teóricamente capacitados para crear una serie de sistemas defensivos que más o menos adecuados que modulen esa desilusión y nos adapten a la realidad interna y externa. El por qué unos individuos son capaces delograr soluciones ‘afortunadas’ por sí mismos y otros necesiten ayuda, depende de muchos factores, y no es posible responder de forma resumida.
Pero quiero subrayar como un factor muy importante la existencia de un ‘ambiente facilitador al desarrollo’ en la primera infancia donde se crean las bases para modelos posteriores de resolución. Es evidente que se investiga. La evolución de las neurociencias está ahí, la apertura a nuevos modelos de psicoterapia también, las relaciones multidisciplinares también, aunque tal vez, a nivel social, la complejidad del comportamientos del ser humano avanza más deprisa que nuestros deseos de conocerlo.
—¿Cómo ve la atención en salud mental actualmente en la sanidad pública? ¿Debería dejar de ser un lujo poder mejorar esa salud teniendo en cuenta que psiquiatría, psicología y otras terapias se dan sobre todo en lo.privado?
—Como ya he dicho antes, creo sinceramente que se están dando grandes pasos para planes más completos de atención a la Salud Mental. La experiencia catastrófica de la pérdida de seguridad en el mundo de la realidad externa que ha desencadenado la pandemia por covid, ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad interna, nuestra fragilidad mental y se empiezan a tomar medidas.
Evidentemente ni son suficientes, ni son completas, ni integran recursos (básicamente ayudas psicoterápicas) necesarios que existen fuera de las vías oficiales asistenciales. Son medidas que implican un gran coste porque necesitan personal y eso las hace por un lado muy caras, y por otro muy poco ‘rentables’ a la hora del manejo valorativo de las políticas sanitarias.