Diario de León

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La tercera piel, más natural

León

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Hipócrates ya atisbó la importancia de la elección del lugar idóneo para construir una casa como factor de salud. El arquitecto romano Vitrubio también reconoció la significación de los «parajes sanos» y las tribus nómadas de Oriente instalaban sus campamentos allí donde los perros se tumbaban a descansar. Las jornadas de Casa Sana, que se celebran en Astorga los días 5 y 6 de julio, abordan todos los aspectos a tener en cuenta para construir, mejorar y optimizar una casa de forma natural. La Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA) inició estos encuentros en la capital maragata hace once años bajo el convencimiento de que la «arquitectura no es inocente a los estados emocionales» y los materiales de construcción no son neutros para la salud, señala el arquitecto leonés Francisco Alonso, uno de los impulsores del grupo. La bioconstrucción es, en definición de Ismael Caballero, «el arte de realizar una construcción teniendo en cuenta el lugar donde se va a ubicar, construcciones adyacentes e integración en su entorno más próximo», bajo la premisa de intentar crear un ecosistema autosostenible, con materiales autóctonos no contaminantes y aplicando criterios de ahorro energético. La geobiología estudia la influencia de la tierra, del lugar preciso sobre todo lo que vive en él, el hombre, el animal, la planta. La existencia de zonas alterantes o geopáticas debilitan el sistema inmune y, según Jacques Le Maya, pueden producir desde desórdenes funcionales simples (agitación, pesadillas, rechinar de dientes...), otros más complejos como insomnio tenaz, asma, estados anginosos, astenia matinal... e incluso enfermedades graves. Los campos de fuerza e irradiaciones que emanan de aguas subterráneas, de depósitos, minas, filones metalíferos, fallas geológicas y campos electromagnéticos son algunos de los causantes de las geopatías. Su cercanía o intensidad deben evitarse en la ubicación de una vivienda y de modo especial en la situación de la cama dentro de la casa, si ya está ejecutada. Desde la elección del lugar hasta los materiales de construcción, la calefacción, la jardinería e incluso los colores tienen trascendencia en la habitabilidad y las consecuencias de ésta para la vida. De lo natural a lo químico La bioconstrución parte del principio de que las viviendas «también pueden hacerse contando con las personas» que las van a habitar. En pocas décadas se han sustituido los materiales naturales y cercanos para la construcción (tierra, cal, piedra, madera) por otros industriales producto de procesos químicos y mecánicos (cementos, aceros, aglomerados). A ello hay que añadir unas formas de vida urbana en las que es difícil sustraerse de ruidos, contaminación atmosférica y electromagnética y, últimamente, también de ondas de frecuencia por la expansión de la telefonía móvil. Alonso destaca que «todos estos hechos inciden realmente sobre la salud física y emocional» por lo que es necesario tomar conciencia global. Son considerados materiales neutros para la salud la piedra, los ladrillos, las tejas, la arcilla, el mortero de yeso y cal, pero ahora apenas suponen el 20% de los que se utilizan en la edificación convencional (hasta el 70% en la tradicional). La madera, los cartones bituminados, la paja y los linóleos, materiales constructivos de origen vegetal, ocuparon el 30% en la antigua casa pero ahora su uso no sobrepasa el 5%. Por el contrario, los materiales duros como gravas, cuarzos, hierro, aluminio, embaldosados... suponen el 90% en la construcción desde hace algunos años. La dureza determina la conductividad de los materiales y, por tanto, su capacidad para transmitir la radioactividad (la OMS recomienda una exposición de las personas a la radioactividad de 120 milirem por año). Las jornadas de Casa Sana están dirigidas a todo tipo de público, desde apicultores que quieren saber cómo situar bien unas colmenas, un agricultor para hacer una correcta distrubución del arbolado, la situación de puestos de trabajo artesanales o ingenieros que quieren profundizar en las técnicas de ahorro energético y energías renovables. «Todas estas cosas forman parte de la historia de la Humanidad, pero se nos han olvidado por la forma de vida urbana», precisa el coordinador de las jornadas. El arquitecto subraya que «habitar implica manifestar la identidad energética» de cada cual en ese ámbito en el que se vive, aunque las técnicas modernas «nos están cobijando en la estética y en la superficie». La casa es la «tercera piel» de las personas -la primera es el cuerpo y la segunda, el vestido- y, como tal, concluye hay que cuidarla de emisiones nocivas, cargas electrostáticas, exceso de humedad, impermeabilidad y condiciones térmicas.

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