| Reportaje | Intérpretes de lengua de signos |
Las manos que mejor hablan
Van de negro riguroso para llamar poco la atención y que se les vean bien las manos, sus herramientas de trabajo para hacer de puente de comunicación de las personas sordas. Olga María Manchón y Noelia de Juana, de 21 y 22 años de edad, son las dos traductoras contratadas en León por la Federación de Asociaciones de Personas Sordas para el servicio gratuito de intérpretes disponible, para sordos y normoyentes, en la Asociación de Sordos de León San Juan Bautista. A Noelia siempre le llamaron la atención los telediarios de Olga Viza con su intérprete al lado y Olga ha tenido contacto con personas sordas. Las dos son palentinas y la existencia de una escuela en su ciudad les ha proporcionado esta salida profesional que complementan con estudios de Audición y Lenguaje y Educación Social, especialidades de Magisterio. «El intérprete te acompaña y te da capacidad para comunicarte. Sola me encuentro muy negativa y con los familiares se queda uno un poco escaso». Olga traduce los signos de Gloria Quintana, secretaria de la asociación leonesa, quien recuerda el trabajo de presión que se lleva a cabo desde las asociones de personas sordas por el reconocimiento de la lengua de signos. «El intérprete es neutral, no te engaña», añade esta mujer que a los tres años ingresó en un colegio de sordos en Astorga y aprendió a comunicarse con las manos. Tradicionalmente eran las familias quienes se ocupaban de las labores de traducción de las personas sordas pero desde los años 80 se empezó a implantar la figura profesional del intérprete y actualmente existen dos escuelas en Castilla y León, en Palencia y Salamanca, que capacitan a estos especialistas, además de la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de la comunidad en Valladolid. Realizan labores de acompañamiento a lugares cuando una persona necesita resolver asuntos administrativos y médicos y también hablan por teléfono, lo que abre a las personas sordas un amplio campo de comunicación. «Cuando alguien quiere llamar por teléfono viene aquí y, aunque resulte extraño, nosotras llamamos al interlocutor presentándonos como Pedro, Juan o María», afirma Noelia de Juana. Olga continúa la traducción para Gloria. Una de las normas de los intérpretes de lengua de signos es usar la primera persona y situarse frente a quienes traducen, a la par que la persona oyente, «pues son ellos los que hablan, nosotras somos como un traductor de inglés», precisa. La neutralidad, la confidencialidad, el respeto al usuario y a la información que transmite son las claves éticas de esta nueva profesión que también está presente en algunos centros de enseñanza secundaria (IES Giner de los Ríos y La Torre en León) para traducir a los alumnos con deficiencias auditivas que cursan enseñanza secundaria. En los centros de primaria no está reconocida la figura del intérprete, por ahora, en Castilla y León. Las intérpretes de León trabajan con una agenda que aconseja realizar las citas con 48 horas de antelación para poder atender a los usuarios. «Las jornadas nunca son monótonas, porque cada día haces cosas diferentes», indican. Su presencia cada vez es más frecuente y eso se nota en la naturalidad con que los oyentes asumen su papel: «Saben que con la lengua de signos tienen una comunicación completa». Las intérpretes son las embajadoras de la lengua de signos. Ahora es la sociedad la que debe que aprender de los sordos sus claves de comunicación.