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Niños de la calle trabajan por sus derechos

Más de 750 niñas y niños participan en el proyecto de reinserción social y familiar que lleva a cabo la organización Apan en una ciudad nicaragüense castigada por el paro «No queremos asistencial

El ocio y las fiestas se utilizan en la reinserción social y familiar

León

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Ver a un niño de cinco años vendiendo caramelos, agua, periódicos o haciendo de limpiacoches sería una imagen insólita en la España de hoy. Pero escenas de este tinte y aún peores -prostitución infantil, explotación laboral...- son frecuentes en ciudades de países del Tercer Mundo. En Nicaragua, la Asociación Pro Ayuda a la Niñez Nicaragüense puso en marcha en 1996 un proyecto para sacar de la calle a la población infantil. Hoy son 750 niñas, niños y adolescentes de los 22 barrios de Diriamba (Nicaragua) y 180 familias los implicados en el proyecto, iniciativa del español José Arrieta (fallecido) y el nicaragüense Ronalds Mendieta Gutiérrez. «Partimos de cero, igual que los niños. Así que empezamos con actividades de recreación y deporte para aglutinar a los niños e intentar organizarles en movimientos que les permitieran demandar sus derechos», explicó recientemente en León Mendieta. El pedagogo fue invitado por las asociaciones Aispaz, Ateneo 89 y Proyecto Cultura y Solidaridad. Nicaragua es un país que no llega a los 6 millones de habitantes, pero más del 50% son menores de 18 años. Además, el paro afecta al 70% de la población (al 75% en una ciudad como Diriamba). Desde 1999, la educación sufre un proceso de privatización -autonomía escolar- que ha supuesto la «exclusión del sistema de enseñanza a más de un millón de niños y niñas», subraya el impulsor de Apan. El problema tiene un nombre conocido: dinero. Adquirir una hoja de papel para hacer el examen cuesta un córdoba (20 céntimos de euro). Desde Apan se ha denunciado que a los niños y niñas que no pagaban los aranceles y contribuciones a costear el material higiénico-sanitario «se les presiona no dándoles el certificado de estudios», asegura. En colaboración con la organización infantil Natras (Niños Trabajadores) y el Ministerio de Educación, decidieron poner en marcha la campaña educativa « Que nadie se quede sin estudiar». La alternativa Desde su fundación, la asociación logró iniciar, con ayuda de la esposa de Arrieta, un proyecto de talleres alternativos (belleza, costura, carpintería, pintura y dibujo...). «Dimos un paso que más que brindarles un oficio a cambio de la calle, sirvió para generar opiniones que permitieran reflexionar sobre el problema y poder diseñar una estrategia que no solamente sirviera a los adultos que estábamos al frente del proyecto, sino también a ellos, actores protagonistas», precisó durante su visita a León. Así se llegó a la conclusión de que «había que favorecer los derechos humanos de la niñez» y se visualizaron los problemas de salud, educación, maltrato infantil y violencia intrafamiliar... En un país donde las necesidades primarias son difíciles de cubrir se plantea un proyecto que quiere contar con la opinión y participación de los sujetos supuestamente beneficiados. Se decide constituir el Consejo Infantil Juvenil como órgano de dirección y coordinación de las niñas y niños y de los adolescentes a la par con la dirección de adultos. Los talleres han sido el camino durante estos últimos años para tomar contacto con la situación particular de cada niño y su familia. Consejos de siete miembros y una asamblea de líderes se ocupan de recoger los problemas y buscar alternativas para luego llevarlas como propuestas al seno de la organización. El 60% de la organización está en manos de las mujeres y su presidenta es la niña de 15 años Cony Espinosa Baltodano, pero esto no es producto de la casualidad. Desde el principio, se vio la necesidad de crear un espacio específico para las niñas, que favoreciera las condiciones de igualdad de derechos entre hombres y mujeres «con la plena seguridad de que no fomentamos los extremos», explica Mendieta. El sendero de la equidad, señala, es imprescindible en un país que «tiene bien marcado el efecto de la cultura del machismo», añade el pedagogo. La creación de la red fue una demanda de las mujeres y para consolidar ese espacio han trabajado con una educadora social. El cobijo es otro de los problemas que se aborda en el proyecto de Apan. El programa vivienda digna está dirigido a las familias cuyos hijos e hijas están integrados en el proceso de reinserción social y familiar. Mendieta subrayó que «trabajamos con niños de la calle y niñez trabajadora y el objetivo es insertarles en su medio, con su familia». Tratan de abordar no solamente el problema físico de la vivienda, sino también, por extraño que parezca, la dimensión espiritual de lo que se entiende por hogar: «Que sea un lugar de convivencia, de comprensión y de respeto a los derechos humanos», cosa que no siempre es fácil de encontrar en las familias. «Si los niños están en la calle 24 horas no tienen un orden, están desvinculados de la familia y su primera familia es la asociación», pero no se pretende que se queden aquí, sino que, poco a poco, vuelvan a una convivencia familiar normalizada. Apan promueve educación popular y «fortalecer la democracia desde temprana edad», matiza. Asociación Pro Ayuda a la Niñez Nicaragüense: apan@ideay.net.ni Proyecto, Cultura y Solidaridad León: c/ San Pelayo, 4 B 1º. 626 10 34 07. pcysav@terra.es