Diario de León

OPINIÓN

El recién nacido, ese desconocido

Publicado por
Mº LUISA DE CÁCERES
León

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BAJO LA APARIENCIA de un ser esencialmente pasivo, el recién nacido esconde una increíble capacidad para comunicarse con su entorno. Muchos piensan que es un ser cuyas capacidades se limitan a practicar instintivamente las funciones de comer, dormir y llorar. Nada más lejos de la realidad. El recién nacido ve, oye, siente, distingue sabores y olores a la vez que es también capaz de manifestar variadas reacciones a los diversos estímulos. Sin hacer nada más que mirar, un adulto atento podría descubrir la variedad de reacciones que los recién nacidos manifiestan como respuesta a voces, luces, sonidos, caricias, etc. En los primeros días de vida, el niño es capaz de fijarse más en unas cosas que en otras. Así, la cara humana atrae mucho su atención y son capaces de captar las diferentes expresiones faciales: los padres notan como su hijo les mira, evidenciando un agradable» contacto de ojos» entre padres e hijo. Por lo que respecta a la capacidad de oír, a partir de la semana 24 del embarazo existe ya, aunque de forma inconstante, una respuesta fetal de parpadeo (detectable por ecografía de alta resolución) tras un estímulo sonoro aplicado sobre el abdomen de la madre. Esta respuesta ya es constante a partir de la semana 29 de gestación, de tal manera que dadas las condiciones de estimulación adecuadas, parece ser posible determinar antes de nacer y con bastante precisión si existe o no un déficit importante de audición en el hijo. Como sucede con la visión, podemos decir que el recién nacido oye, si bien es más difícil determinar qué intensidad de sonido puede percibir. Otros interesantes experimentos sugieren que el olfato también funciona en el recién nacido: se ha observado que a partir de la segunda semana de vida el neonato muestra una consistente orientación hacia determinadas prendas usadas por su propia madre, más que las usadas por otra persona. Igualmente, el sentido del gusto está ya presente al nacer: los neonatos son capaces de detectar cantidades mínimas de sal y mostrar su preferencia por determinados sabores. Por lo que respecta al sentido del tacto, se sabe que los recién nacidos perciben el calor y el frío perfectamente, agradecen las caricias y sufren el dolor.

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