| Crónica | Igualdad en la lengua pública |
La batalla del sexo en las palabras
El manual del Ayuntamiento de León sobre lenguaje igualitario es la primera iniciativa oficial que intenta frenar el sexismo y los términos excluyentes en los escritos oficiales
El propósito de la concejala de la Mujer, Teresa Gutiérrez, de erradicar el sexismo en el lenguaje con el que la administración municipal se comunica con la ciudadanía y los políticos (y políticas) rechina en algunos rincones del Consistorio. Mientras la imprenta ultima la edición del manual para que todos los escritos que se produzcan en el Ayuntamiento de León nombren el género femenino -siempre que el léxico y las reglas gramaticales lo permitan- en las comisiones informativas «todavía hay funcionarias que prefieren firmar como secretario» porque «se sienten incluidas en el género masculino» y, tal vez también, porque el femenino tiene un significado popular predominante: el de secretaria como asistente personal. El diccionario de la Real Academia Española dice sobre los terminos secretario/a: «1) adj. desus. Se decía de la persona a quien se comunica algún secreto para que lo calle. 2) m. y f. Persona encargada de escribir la correspondencia, extender las actas, dar fe de los acuerdos y custodiar los documentos de una oficina, asamblea o corporación. 3) m. y f. Persona que por oficio público da fe de escritos y actos. 4) m. y f. Encargado de redactar la correspondencia de aquel a quien sirve para este fin». Recoge otras acepciones, pero deja claro que el masculino no tiene más categoría profesional que el femenino. La teoría de que el masculino incluye al femenino alcanza el absurdo en episodios como el que atestiguaron hace pocas semanas los tablones de anuncios del Ayuntamiento. Un flamante escrito interno convocaba «a todos los empleados públicos municipales» a someterse a la pertinente revisión ginecológica. Hay quien repite entre dientes que «se entiende que es sólo para las mujeres». «Si es así lo lógico es que se las nombre». Las recomendaciones para el uso no sexista del lenguaje están dirigidas tanto al funcionariado como a los concejales y concejalas del Ayuntamiento de León. «La lengua española no es sexista, pero el uso que se hace de ella sí lo es», señala la responsable del área de Mujer. No dejar clara la inclusión de la mujer es una de las causas que hacen desistir a las mujeres de presentarse a determinados puestos de trabajo. «Cuando en una convocatoria se pone peón lo más frecuente es que una mujer piense que no puede presentarse», advierte Gutiérrez. La edil reconoce que la iniciativa «va a encontrarse con alguna resistencia», pero piensa llevarla adelante porque «lo que no se nombra, no existe y es hora de que también las mujeres empecemos a existir como políticas, ciudadanas o funcionarias», precisó. Hacia un lenguaje igualitario y no excluyente es el título del manual pues, como dice su presentación: «El lenguaje que nombra a las mujeres y a los hombres y que relata con exactitud sus experiencias es un lenguaje sensato, justo e igualitario, que no oculta, no infravalora, no excluye, no subordina...» La inversión La concejala subraya que no hay nada mejor que «la prueba de la inversión» para descubrir una frase sexista formúlala para el género gramatical opuesto. Si alguien percibe exclusión o no corrección, la original es sexista. Por ejemplo: «Todos los concejales acudieron acompañados de sus mujeres» . Si se hace la inversión el resultado sería: «Todas las concejalas (los hombres concejales se sentirían excluidos...) acudieron acompañadas de sus hombres. «Con seguridad alguien percibirá la expresión como incorrecta o por lo menos no normal», precisa el manual. La propuesta del manual es que se utilice la expresión: «La Corporación municipal acudió en compañía de sus cónyuges». Censura el uso del femenino para descalificar y alusiones peyorativas: «Lloras como una niña, tonterías de mujeres, parecéis verduleras», entre otras. Recomienda el femenino siempre que corresponda al sexo de quien escribe y los genéricos universales que incluyen realmente a las mujeres: persona, gente, población, ciudadanía, infancia, niñez, juventud, profesorado, alumnado, pueblo, funcionariado, ser humano... Prefiere las barras a la arroba y el uso de los dos géneros gramaticales concordados con el último artículo o sustantivo: «Los y las nuevas trabajadoras», sería uno de los ejemplos.