Diario de León

La directora del Centro de Anomalías Congénitas alerta de los daños ambientales para el feto FUMADORAS ACTIVAS Y PASIVAS IDENTIFICADAS EL 50% DE ANOMALÍAS

El riesgo de malformación es mayor en gestantes expuestas a agentes químicos Algo más que pérdida de peso La edad del padre también cuenta

Diagnóstico prenatal y aborto terapéutico reducen al 1,14% los bebés con anomalías

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Ana Gaitero - león
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«La alternativa no es que la mujer deje el trabajo, sino que las condiciones ambientales sean las adecuadas», afirma Mª Luisa Martínez Frías, directora del Centro de Investigaciones de Anomalías Congénitas del Instituto de Salud Carlos III. El centro, que colabora con 87 hospitales españoles, ha estudiado desde 1976 más de 33.000 niños malformados y ha realizado diversos estudios que demuestran que la exposición de la gestante a determinados agentes químicos multiplica hasta dos y tres veces el riesgo de que el bebé sufra un defecto congénito. En concreto, el uso de productos químicos en la agricultura aumenta el riesgo entre las mujeres embarazadas de malformaciones como la espina bífida y la anencefalia. También se ha detectado que las trabajadoras del campo tienen más riesgo de que sus hijos sufran cardiopatías congénitas, pues el corazón es una de las estructuras orgánicas que más pronto se forman, en torno a la tercera semana del embarazo, por lo que es más vulnerable. También se han estudiado los riesgos entre las trabajadoras de cocinas industriales. Los humos, que contienen polifenoles y otras sustancias muy tóxicos, así como los productos abrasivos utilizados en la limpieza. La exposición al calor durante los procesos de cocinado y el aumento de la temperatura corporal de más de un grado y medio incrementa los riesgos sobre el feto. Entre los hijos de estas mujeres se dieron casos de malformaciones genito-urinarias y también de cardiopatías congénitas, según subrayó la directora del Ciac. Martínez Frías señaló que «muchos de los problemas de las alteraciones que producen malformaciones vienen por el hombre, no por la mujer». En los casos en que el padre trabaja con sustancias químicas es «frecuente que sea la mujer la que lave a mano la ropa». La colada y el sexo Asimismo, hay sustancias químicas que se eliminan a través del líquido seminal y frecuentemente pasan al organismo de la mujer por relaciones sexuales durante el embarazo sin protección. «Cada profesión tiene sus potenciales riesgos», precisó. Las oficinas, exentas de riesgos ambientales, presenta una contingencia especial para la gestante, el ergonómico. En estos casos, «debe cumplirse la ley en cuanto a descansos y cambio de puesto de trabajo si es necesario». Los factores ambientales o teratógenos, aunque son los causantes del 10% de las malformaciones cuyo origen se ha determinado, son los únicos sobre los que hoy por hoy se puede hacer prevención primaria para evitar ciertas patologías. Todas las parejas tienen el 5% de riesgo en cada embarazo de que su hijo tenga una malformación. El 3% son físicas y el 2% restante de tipo psíquico y funcional y suelen aparecer a lo largo del tiempo, no se detectan en el momento del nacimiento. Entre 1976 y 1985 se mantuvo constante la frecuencia de defectos congénitos detectados -del 2 al 3% de los nacidos- pero a partir de la aprobación de la ley de interrupción del embarazo que reconoce los defectos fetales como uno de los supuestos se ha producido un descenso importante en los casos de anencefalia (niños sin cráneo y sin cerebro), una malformación letal al cabo de horas o días del nacimiento. «Por este motivo, es la que menos problemas morales, éticos y de creencias plantea». La reducción de casos de niños nacidos con espina bífida no se notó mucho en los primeros años, pero sí al cabo de un tiempo. Entre 1985 y 2002 la frecuencia de malformaciones pasó al 1,14% y del 1% al 0,24% los defectos congénitos. El impacto del diagnóstico prenatal, con la generalización de la ecografía de alta resolución, ha reducido hasta el 65% los casos de niños nacidos con malformación. La investigadora participa hoy en un seminario en el Hospital de León organizado por el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, el Servicio de Ginecología y Obstetricia y Formación Continuada. El tabaco, incluso en las fumadoras pasivas, tiene más riesgos del que se creía. Hasta hace unos años se pensaba que sólo producía pérdida de peso en el feto, pero ahora se sabe que el efecto «más problemático son las malformaciones congénitas y riesgos como problemas de aprendizaje en los niños, hiperactividad y asma». «Lo más preocupante es que no solamente afecta a mujeres fumadoras, sino también a las fumadoras pasivas», precisa la doctora Martínez Frías. La investigadora llamó la atención sobre la falta de respeto a la ley y la «dejación de los centros de trabajo» a la hora de hacer cumplirla. «En todos los lugares de trabajo la gente fuma sin tener conciencia de las consecuencias», advirtió. En este sentido, hizo un llamamiento a la educación y a la transmisión de información para cambiar las actitudes. Los fumadores que evitan fumar en casa no están exentos de riesgos: las ropas se impregnan y van soltando las sustancias nocivas del tabaco. Varios estudios han demostrado la presencia en sangre de estas sustancias. El riesgo de anomalías también se reduce si los padres, no solamente las madres, tienen menos de 35 años. La genética ha conluido que «muchas anomalías cromosómicas son mutalacionales y se relacionan con la edad del padre». El 50% de las causas de las malformaciones congénitas están aún sin identificar, aunque se ha producido un gran avance desde 1961 cuando se determinó que el causante del síndrome de Down era la existencia de un cromosoma de más en las células de las personas afectadas. A partir de ese momento, la ciencia ha desvelado la mitad de las causas de los defectos congénitos y de ellas, el 80% son de origen cromosómico, el 10% de origen génico y el resto de origen ambiental. La edad es un factor de riesgo, pero no el único. En concreto, en el caso del síndrome de Down el 80% de los niños nacidos con el cromosoma 21 son hijos de mujeres menores de 35 años, según señala la asociación de Síndrome de Down de Cádiz y Bahía de Lejune.

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