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| Entrevista | José Antonio Carro Fernández |

«Para prevenir el sida hay que hablar a los jóvenes abiertamente de sexualidad»

Este internista del Hospital de León subraya que el sida «no es una enfermedad marginal» y alerta del aumento de casos diagnosticados entre heterosexuales

José Antonio Carro Fernández, en la planta de Medicina Interna del Hospital de León

Publicado por
Ana Gaitero - león
León

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En octubre de 1985 se detectó el primer caso de sida en León. Desde entonces, el internista José Antonio Carro Fernández ha estado en contacto con los afectados -377 casos en la provincia de León- y ha visto evolucionar la farmacología con la que se trata de frenar los estragos del virus de inmunodeficiencia humana. También ha comprobado que el «sida no es una enfermedad marginal» y en este sentido recalca que estamos perdiendo de vista algo tan importante como que no existen grupos de riesgo, sino «prácticas de riesgo». Le preocupa la ausencia de políticas específicas de prevención entre los jóvenes, tanto en el ámbito educativo como en la familia. «No se puede poner el acento sólo en el riesgo de embarazo, porque entonces abandonamos otras cosas importantes», señala en relación con la prescripción de la píldora del día después como método para evitar embarazos después de relaciones sexuales sin protección. Carro es actualmente el coordinador de la unidad de infecciosas del Hospital de León. -¿Cómo ha evolucionado el sida en León en estas dos décadas? -Desde que se detecta el primer caso en el hospital en 1985 el número de casos globales se fue incrementando y el diganóstico alcanzó sus máximos entre 1990 y 1994. A partir de ese año se produce un descenso importante -de casos de sida, no de personas infectadas por VIH, pues esto último no se controla- y actualmente tenemos 377 casos diagnosticados, de los que 102 son mujeres y 275 hombres. Dos tercios son atendidos en el área sanitaria de León y una tercera parte en el área del Bierzo. -¿Ha cambiado el perfil de los pacientes? -Eso es importante. Inicialmente, el grupo predominante -80%- era el de adictos a drogas por vía parenteral -inyectada-pero a partir de 1992 se empieza a ver que disminuyen y en los últimos años los que van entrando son los heterosexuales. En cambio, ahora se objetiva que la transmisión por vía sexual heterosexual alcanza el 20%, mientras que la transmisión homosexual se ha mantenido en un rango constante, por debajo del 10%. -¿Ha sido más efectiva la prevención entre los adictos a las drogas que entre la población general? -Sí, esto es lo que se constata aquí. ¿Por qué razón? Yo no me atrevería a decir que se droga menos gente, pero sí que el drogadicto ha cambiado sus hábitos (es probable que también haya disminuido la población). Ha cambiado la forma de drogarse o una droga por otra. Lo vemos en los datos y en la práctica clínica diaria. Entre los años 1983 y 1989-90 en los ingresos que registraban los hospitales era frecuente que coexistieran hospitalizaciones condicionadas por la propia infección VIH y otras manifestaciones en relación directa con su adicción (hepatitis agudas, endocarditis derecha por los gérmenes que se introducían en el torrente circulatorio, infecciones por hongos...); ahora hemos dejado de ver esas patologías. -¿Qué papel han tenido los colectivos sociales en este cambio? -No creo que esto se haya producido porque al adicto a drogas se le ha ocurrido espontáneamente. Al constituir un problema importante, en los años 80 empiezan a surgir organizaciones que tienen un peso específico importante y que se han ocupado de manera específica de pacientes con VIH adictos a las drogas. Proyecto Hombre, Aclad, Reto, Remar... Tengo muy claro, como médico, que desde el surgimiento de este tipo de asociaciones también ha cambiado la situación de los enfermos. Han fomentado que asistan a controles periódicos y mejorado la calidad de vida de los pacientes. También han contribuido a que se adhieran al tratamiento, que no es fácil. -¿Qué es lo está fracasando para que aumente la transmisión heterosexual? -Alguna cuestión ha sido institucional; tendríamos que acordarnos de aquellas campañas del Ministerio, tan famosas, del «Sí da, no da». Inicialmente, decían que la transmisión heterosexual no existía. Ahora las campañas son más coherentes, pero no llegan a la población. O no cala o nos estamos relajando. Cuando hablamos de transmisión heterosexual no nos referimos sólo ambientes marginales, sino a cualquier persona que tenga una relación heterosexual con otra persona cuya situación no conozca, Evidentemente, cuantas más sean las relaciones y con parejas distintas el riesgo aumenta, pero también con una única relación se puede transmitir y esto es lo que no cala mucho en la gente joven. -¿Cómo habría que orientar estas campañas entre los jóvenes? -Creo que los centros educativos son el lugar idóneo, pero si se puede acceder a los colegios y luego no podemos decir todo lo que tenemos que decir por sus connotaciones éticas o religiosas no conseguiremos nada. Hay que hablar abiertamente de la sexualidad entre la gente joven. En cuanto a las familias, parecen más preocupadas de que su hijo no tenga contactos con la droga, pero de este tema no se habla, es como si fuera tabú. Hay que ir a donde están los jóvenes, y eso implica también los lugares de ocio.