Diario de León

| Reportaje | Apasionadas de la leche materna |

Un alimento que sabe a teta

Una de las fundadoras de la asociación Crianza Natural cuenta cómo ha logrado alimentar a su tercera hija con leche materna hasta los dos años y medio

María, en el mes de mayo con dos años y medio, se alimentaba aún del pecho de su madre

María, en el mes de mayo con dos años y medio, se alimentaba aún del pecho de su madre

León

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«A mi primer hijo no le dí el pecho en exclusiva más que un mes y medio, pero no por falta de ganas; con la segunda me quede sin leche a los 15 días desde que me dijeron que tenía que darle una «ayudita» porque no engordaba bien; pero a mi tercera hija, con dos años y medio, hace quince días que he dejado de darle el pecho». La experiencia de Fernanda Valcarce, de La Bañeza, fue el punto de arranque de la creación, en 1998, de un grupo de apoyo a la lactancia materna en torno al aula maternal del centro de salud. El apoyo de las matronas, asegura, ha sido crucial tanto en los inicios como en la continuidad del grupo, que el año pasado logró ser legalizado como asociación. A Fernanda Valcarce le estimuló la información transmitida por una amiga que venía de Canadá. «Es curioso como en otros países más desarrollados está bien vista y se favorece la lactancia natural y, sin embargo, aquí se atribuye a prácticas anticuadas», explica. En su caso, la excedencia por crianza de hijos se ha prolongado durante cinco años y actualmente se ha incorporado a trabajar a media jornada. Como «compensación» a estos años de apartamiento del trabajo señala que ha logrado que «mi hija, con dos años y medio no conozca los antibióticos, aunque sea muy menudita», explica. El éxito en la instauración de la lactancia pasa por observar «tres cosas muy sencillas». En primer lugar, los niños tienen que mamar para que salga la leche y si no maman no se estimula. Otra cosa que hay que tener clara es que la teta es a demanda: los diez minutos que recomiendan aún algunos pediatras pueden convertirse en un calvario para el lactante y también para la madre, entre otras cosas, porque si el niño no ha vaciado bien un pecho puede sufrir gases, dolor abdominal y cólicos. Otra práctica que hay que desterrar son los biberones entre toma y toma que ofrecen en el hospital; «si los niños tienen hambre, ¿por qué no ponerles al pecho, en lugar darles suero glucosado?» La lactancia natural «me ha permitido disfrutar de acampadas con mis tres hijos sin necesidad de tener que salir cargada de biberones, papillas y esterilizadores». Además de la comodidad, Fernanda Valcarce destaca la «economía» de la opción natural: «Creo que con lo que he ahorrado me merezco un buen viaje», añade. Reconoce que es necesario el apoyo de la pareja -el padre tiene que implicarse en las clases de preparación- e imprescindible el de la matrona y del pediatra. «Por fortuna, son cada vez más los profesionales que aconsejan la lactancia materna, pero todavía están muy pendientes de las medidas y «lo cierto es que un niño alimentado a pecho engorda más que los que toman biberón en los tres primeros meses, pero a partir de ese momento el crecimiento ya no es tan rápido», explica. Fernanda Valcarce defiende que este «aparente retraso» no implica que el niño esté mal alimentado. También defiende que el paso a la alimentación completa sea paulatino y no una imposición. Otros aspectos de la nutrición infantil que cuestiona desde su experiencia es la ingesta de zumo de naranja a partir de los tres meses. En definitiva, aboga por replantearse viejas creencias y abrirse a las nuevas a través de los grupos de apoyo.

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