Longevidad sin riesgos

En el siglo XX se produjo un aumento histórico de la longevidad humana. En los últimos 50 años, la esperanza de vida al nacer ha aumentado en todo el mundo en unos 20 años. El segmento de más rápido crecimiento de la población es el de las personas de 80 años o más. Su número actual es de 70 millones, y se espera que en los próximos 50 años esa cifra se quintuplique. Este crecimiento demográfico presenta grandes desafíos para la medicina, pese a ser los avances científicos los que han permitido la prolongación de los años de vida. A mayores recursos sanitarios mayor calidad y esperanza de vida, pero en el caso de las infecciones esa relación a veces se invierte ya que uno de los factores que influye en la aparición de las infecciones es la edad avanzada. Otra consecuencia de la longevidad es el aumento de los recursos y técnicas de diagnósticos y tratamientos, que a su vez pueden facilitar la aparición de infecciones, como es el caso de los medicamentos que influyen en el sistema inmune. «Cuanto más longeva sea una persona más posibilidades tiene de desarrollar una neoplasia», asegura Carro, lo que obligará a utilizar tratamientos invasivos que pueden desencadenar infecciones, «habitualmente graves». Los avances y tratamiento contra el cáncer, o las medicaciones para evitar el rechazo a los trasplantes (otro de los avances médicos que permite aumentar la superviviencia de las personas con alguno de sus órganos dañados) influyen a su vez de manera negativa en el organismo con el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas. Todo un desafío para la medicina cuyos avances permiten una mayor y mejor calidad de vida, pero que a su vez desencadena nuevas enfermedades que curar.