Diario de León

Médico y presidente en León de ADSP

«La sanidad se interesa por el hombre como productor y por la mujer como reproductora»

La asociación que preside organiza un curso para que los profesionales de la salud desarrollen habilidades que ayuden a detectar y derivar la violencia hacia las mujeres

León

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Alberto del Pozo es médico de familia en el centro de salud de La Robla, presidente de la delegación leonesa de la Asociación en defensa por la Sanidad Pública y uno de los impulsores del grupo de hombres por la igualdad de León Prometeo. Tras una etapa en el sindicalismo, en los últimos tiempos su interés se ha focalizado en la violencia de género. Esta semana dirige en León el primer curso para profesionales sanitarios que tiene por objetivo desarrollar habilidades de intervención, como la escucha, reinterpretar el diagnóstico y comprender los mecanismos que generan la violencia, cómo afecta a la vida cotidiana y las repercusiones que tiene en la salud. -La sanidad incorporó hace dos años un protocolo para detectar casos de malos tratos. ¿Qué resultados está dando? -Hasta hace dos años nunca se había planteado la detección de la violencia de género desde los servicios sanitarios. Estaba autista, más preocupada en programas de prevención de la diabetes o la osteoporosis. Sin embargo, vivimos en un país donde 12.000 mujeres son maltratadas diariamente; están después de los accidentes de tráfico y los accidentes laborales y, por delante de las víctimas del terrorismo, y por tanto es un problema de salud pública y colectivo. Se calcula que el 12,5% de mujeres ha sufrido algún tipo de maltrato. Por tanto, yo como profesional me planteé que si tengo 1.000 mujeres en mi consulta, se me están escapando 125 casos de violencia. Detrás de muchos problemas psicosomáticos a veces hay un problema de malos tratos y por tanto el sistema sanitario tiene que empezar a invertir en recursos públicos para detectar la violencia de género y en casos de grado medio o severo los profesionales sanitarios deberían saber canalizar el problema de la violencia que sufre la mujer, a la vez que abordar el posible tratamiento del hombre maltratador. -¿Existe algún tipo de tratamiento contrastado para los hombres maltratadores? -No hay nada evaluado aún. Pero hay que empezar. La psicoterapia que se realiza en algunos centros puede ser válida en algún caso, pero no en muchos otros porque el hombre machista no entiende que sea un problema, ni que esté actuando mal. Lo que está claro es que el endurecimiento de las penas no es suficiente. ¿Hay pena más dura que pegarse un tiro después de asesinar a una mujer? Creo que hay que abordar el problema en la educación desde Infantil y Primaria; desterrar los estereotipos que todos los días vemos en la televisión: un hombre firmando hipotecas y una mujer de piernas muy guapas. -¿Cuáles tienen que ser las bases de un trabajo de prevención de la violencia para los hombres? -En las escuelas de salud pública de Andalucía, en Sevilla, en Barcelona se hacen investigaciones que trabajan sobre la masculinidad y sobre los elementos con los que se ha construido de forma tan aberrante. ­­-¿Qué pide su asociación al sistema sanitario para contribuir a paliar el problema de la violencia sexista? -Como profesionales progresistas retamos al sistema sanitario a que intervenga adjudicando herramientas de trabajo. Ahora prevalecen los programas de intervención teledirigidos desde la rentabilidad farmacéutica. -¿Por ejemplo? -La prevención secundaria del infarto de miocardio se puede hacer con aspirina, pero la gran industria está fabricando un montón de medicamentos específicos. Hace falta que parte de esos recursos se queden en aumentar los recursos humanos y en dedicar más tiempo a las consultas. La entrevista y la escucha son fundamentales, hay una plataforma que reclama los diez minutos de consulta por paciente y en Castilla y León a duras penas tenemos tres minutos. Hay una serie de preguntas clave y de registros que (por ejemplo, que es la tercera vez que viene con problemas de sueño...) que pueden hacer detectar un mal trato. De lo contrario seguiremos recetando ansiolíticos a las mujeres que sufren malos tratos. No es un tema de corto o medio plazo, pero desde nuestra asociación intentamos mentalizar a los profesionales y a la administración. -¿Tienen temor los profesionales de la salud a «meterse» en la vida privada de las pacientes? -Ese prejuicio hay que vencerlo porque los malos tratos no son cuestión de vida privada y además para otras muchas cosas no hay reparo alguno en abordar la intimidad de una persona, de la que se conoce desde su primera regla hasta si ha tomado anticonceptivos. -¿Se trata de manera distinta a los hombres y a las mujeres en una consulta sanitaria? -Existen desigualdades en la salud, lo dice la OMS. Yo no digo que a la mujer se la trata peor, pero se la ve como objeto reproductor y erótico. El hombre le interesa al sistema sanitario porque es productivo y la mujer porque es reproductiva; así, muchas veces la depresión se asocia al climaterio. Desde el punto de vista sanitario todos somos personas y el problema de salud pública es que hay unas personas que matan a otras y que el 99% de los que matan son hombres. En esto incluso lo religioso y los avances industriales y culturales parecen secundarios. No es un problema sólo de la Europa católica y latina puesto que en sociedades como Suecia también se está dando.

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