Diario de León

«Soporté la quimioterapia con ayuda de la marihuana»

Una leonesa cuenta que su hija le preparó las infusiones de cannabis durante el tratamiento con citostáticos: «Me veía menos débil que otras personas que no lo consumían»

León

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El golpe más duro fue oir al cirujano que el bulto que su madre tenía en el pecho era «malo». Así, de sopetón, se dieron de bruces con la palabra maldita, el cáncer. Pero a partir de ese momento la maquinaria sanitaria se puso en marcha y la familia empezó a mentalizarse. Todo fue muy rápido. A Ana -nombre ficticio de la paciente- la operaron el mismo día que le hicieron la biopsia, sin lista de espera porque tiene un seguro concertado para los funcionarios por Muface. Era 26 de julio y poco más de un mes después, el 30 de agosto, empezaba con la quimioterapia. «Me quitaron un trozo de mama y 23 ganglios, cinco de ellos afectados», recuerda. Pero antes de empezar con el tratamiento acudió a la consulta del oncólogo y se hizo las analíticas para ver el estado de sus defensas. El médico le comenta que necesitará seis ciclos cada 21 días de un tratamiento sistémico esquema tipo TAC, compuesto por tres medicamentos, que hoy por hoy «es el mejor». Se trata de un compuesto, reconoce el oncólogo Andrés García Palomo, que «produce muchos vómitos y malestar». Al finalizar la consulta es la hija de Ana quien toma la palabra. «He oído que la marihuana viene bien para los efectos de la quimioterapia», le dice. Y el médico le contesta, «sin dudarlo, que sí, que está demostrado que reduce los efectos secundarios». La falta de apetito, las náuseas y vómitos, el cansancio, la desgana... «Lo mejor -les comentó el oncólogo- es fumarla». Ana no es fumadora pero está dispuesta a aprender con tal de evitar el malestar. No fue necesario. Su hija aprende a preparar los «cogollos» en una infusión con leche y mantequilla ya que el THC -principio activo del cannabis- no es soluble en agua, sino en grasa. «Empecé a consumirla desde el primer día hasta que terminé, a mediados de diciembre», explica. Desde entonces no la ha vuelto a probar. «Ni la echa de menos, porque era algo que asociaba al tratamiento», aclara la hija. Tampoco le preocupó nunca que fuera una sustancia ilegal, «no pensó en ello; sólo vio que era algo que podía ayudarle en ese momento y no se tuvo que preocupar de conseguirlo y prepararlo». Cómo conseguía su hija la marihuana, dónde y de qué manera la preparaba no lo sabe. Lo único que puede decir es que «con ayuda de la marihuana soporté la quimioterapia; no sé si me hacía efecto o no, porque la tomé desde el primer día, pero cuando iba a ponerme los ciclos veía a otras personas que la consumían y estaban más débiles que yo», añade. Esto no quiere decir que no adelgazara ni evitara la pérdida de cabello. Ana pasó por el doloroso proceso de ver cambiar su cuerpo y su rostro a causa de los citostáticos que le ayudan a combatir el cáncer. «Pero nunca perdió el ánimo», apostilla su hija. Lo mismo que no dudó en consumir marihuana, eligió peluca con toda naturalidad. Ana es una mujer «abierta, que lee mucho y no para»; ni siquiera quería coger la baja cuando empezó el tratamiento. Pero su hija reconoce que «si no hubiera sido por nosotros, a lo mejor ella sola, por sí misma, no lo hubiera tomado». La opinión del médico también fue determinante. El oncólogo supone que el tratamiento antiemético «oficial» hizo sus efectos, pero hay algo sobre lo que estos medicamentos no ejercen ninguna influencia y sí la marihuana: la abstenia, el cansancio y la falta de apetito e interés por las cosas. Ana no ha dejado de salir de casa ni un día. Ella misma se obligó a dar un paseo todos los días. CON MANTEQUILLA Y LECHE El cannabis medicinal se puede utilizar de diferentes maneras: infusión, inhalación o ingestión. Para las infusiones, se debe añadir un poco de aceite, mantequilla o leche entera al agua; se empieza por una taza al día. La inhalación es la vía más rápida, pero puede tener efectos secundarios.

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