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Los expertos inciden en la necesidad de «cuidar» de los cuidadores como parte del tratamiento

Familiares y pacientes bipolares exigen más apoyo social y recursos sanitarios

«Hay una laguna donde las personas naufragan por falta de servicios»

León

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«Conocer la enfermedad es la mejor manera de afrontarla». Con este lema, la Asociación Castellano y Leonesa de Trastorno Bipolar (Trabicale), de reciente creación, se presentó en el curso de verano celebrado en la Universidad de León sobre la integración social de este trastorno en la sociedad. En la última sesión, familiares y afectados ofrecieron sus experiencias sobre la enfermedad y también sobre la atención recibida en los servicios sociales y de salud. La falta de referencias y de apoyo en los servicios sanitarios fueron algunas de las carencias más destacadas. La enfermedad bipolar se caracteriza por importantes oscilaciones en el estado de ánimo -de la tristeza y desesperación (depresión) a episodios de euforia y alegría desmedidas (manía)-. Pero no siempre es fácil de identificar, ni siquiera para los profesionales. Incluso cuando se ha diagnosticado el desenlace puede llegar a ser fatal. «Hay una laguna donde las personas naufragan porque no hay servicios competentes para atender a estos pacientes», aseguró el familiar de una mujer que acabó quitándose la vida tras convivir con la enfermedad durante años. Los tratamientos farmacológicos -asegura la asociación que preside Ana Mª Bajo- son necesarios pero también «es muy útil alguna modalidad psicoterapéutica y de ayuda social». Sin embargo, las familias y los afectados reciben poca información sobre lo que les pasa en las consultas de psiquiatría. «El psiquiatra es el único punto de relación con el mundo de los enfermos mentales y cuando diagnostica te podía decir: esto es lo que os vais a encontrar», explicó otra familiar. Pero no es lo habitual, o, al menos, no fue así en su caso. «Ni siquiera nos miró a la cara, no tuvimos ni contacto visual con él», lamentó la mujer. «Llegamos a las crisis y no tendríamos que llegar -aseguró Rosa María Conde, gerente de Alfaem- porque hay unos síntomas que deberíamos saber canalizar y psicoeducar». Pero es esta fase donde más se falla. Algunos expertos dejaron constancia del «colapso» que sufre la familia cuando los pacientes superan la crisis. La falta de ayuda a los cuidadores fue otro de los problemas abordados durante el curso de verano, pese a que es una de las prestaciones de la cartera de servicios de atención primaria. «Mi familia no ha recibido ninguna clase de ayuda; fui al médico de cabecera y me dijo: paciencia», aseguró otra de las asistentes al curso. Frase «Deberían organizarse muchos más cursos sobre enfermedad mental. A este le doy matrícula» ALUMNADO DEL CURSO