| Crónica | Un mejor servicio |
La leche de camello puede curar alergias y fortalecer las defensas Para entenderse en la consulta de Babel
Un programa informático, con 60.000 términos sanitarios en cinco idiomas, sirve de «traductor simultáneo» a médicos españoles y pacientes inmigrantes que no hablan castellano
La leche de camello puede curar serias alergias alimentarias y fortalecer las defensas del organismo en los niños, según los resultados de una investigación publicada en la última edición de la revista mensual de la Asociación Médica de Israel. El estudio, en la que participaron ocho pacientes de entre cuatro meses y diez años, a los que se administró con éxito ese alimento, se llevó a cabo en el hospital Soroka de la ciudad sureña de Beersheba. A diferencia de la leche de vaca, de oveja y de cabra, que son rumiantes, la hembra del camello -que no lo es- produce una leche «muy diferente», dijeron los expertos, pues contiene sólo un dos por ciento de grasas y ácidos grasos completamente homogeneizados. La investigación la desarrollaron los doctores Iosef Shabo, Rubén Barzel, Mark Margoulis y Rubén Yagil, quien desde hace años estudia el mejoramiento de la especie de los camellos en una granja del desierto, ya que, en su opinión, «esta leche pueden salvar de la muerte a millones de niños desnutridos en Africa». La leche de camello se comercializa desde hace años en varios países árabes. Otros tratamientos En el caso de los menores examinados, sus padres solicitaron la asistencia médica porque los tratamientos convencionales no les habían dado buen resultado. Los síntomas de esas alergias eran sarpullidos en la piel, deficiencia de lactasa, desequilibro químico y señales de asma. El bebé de cuatro meses perdía sangre y otros líquidos debido a constantes diarreas, informaron los médicos. La lactosa, el azúcar en la leche, presenta en concentraciones del 4,8% en la del camello, pero es fácil su metabolismo para los que padecen intolerancia a esa sustancia. Según los médicos, las proteínas en la leche de camello han sido el principal factor en la prevención y para la cura de las alergias alimentarias que sufrían los niños estudiados. Ello se debe, según señalaron en la revista, a que por un lado, no contiene beta-lactoglobulina, y por el otro posee una beta-caseína distinta de la que se encuentra en la leche de vaca. Esas alergias, que sufre una minoría entre los niños, se deben a que las defensas de su organismo reaccionan ante las proteínas de la leche y otros alimentos como si fuesen «una amenaza». «Sanitariamente, los inmigrantes son un colectivo muy necesitado y vulnerable», advierte el doctor Carlos Aguilera, que comparte con sus compañeros de la Sociedad de Medicina de Familia y Comunitaria la necesidad de normalizar su acceso al Sistema Nacional de Salud e incorporarlos cuanto antes a los programas de atención y prevención. El primer obstáculo de esa imprescindible integración sanitaria es el idioma, que levanta una barrera de incomunicación cuando el paciente llega sin hablar todavía castellano. Ahora es posible saltarla con un programa informático diseñado para entenderse en la «consulta de Babel». Bautizado precisamente como Lebab (Babel al revés), ese sistema de ayuda a la consulta médica busca minimizar el problema del idioma, mejorar la comunicación entre facultativo e inmigrante y, sobre todo, hacer inteligible a quien no habla español el diagnóstico y el tratamiento, que se ofrecen de forma verbal y escrita en la propia lengua. El programa informático sirve de «traductor simultáneo» de un auténtico diálogo que permite completar la encuesta médica y personal del paciente con vistas al abordaje terapéutico y preventivo de sus problemas de salud. De paso, como remacha Aguilera, contribuye a hacer comprender el sistema a «gente que viene de mundos sanitarios distintos». Gran satisfacción Luz María de las Cuevas, directora de Lebab Systems, aclara que esa herramienta «no da el diagnóstico, porque no sustituye al médico, nunca». Lo que sí hace, añade, es «contar en lenguaje sencillo» el resultado de la charla paciente-doctor, que tiene como soporte un simple ordenador con altavoces y que avanza de forma «muy intuitiva y fácil» gracias a un conjunto de preguntas y respuestas que ambos pueden escuchar y leer en su idioma. Como si, en la consulta de Babel, contaran con un intérprete personal que manejara 160.000 términos médicos en cinco idiomas: árabe, chino, inglés, rumano y español. El sistema, preparado durante tres años y abierto a ampliar sus conceptos y lenguas en el futuro, ha pasado ya por la prueba de un programa piloto de cinco meses en tres consultas de Atención Primaria donde acuden con frecuencia pacientes extranjeros. Y, según la medición del Grupo de Atención al Inmigrante de los médicos de familia madrileños, con buenos resultados. El más significativo fue la enorme satisfacción de los pacientes, que rozó el 97%. En el caso de los médicos, hubo más matices al declararse satisfechos: el 60% dijo estarlo «mucho», el 32% «bastante» y el restante 8% sólo «algo». Al margen de esa evaluación personal, el dato clave fue la duración media de la consulta: 17 minutos, un 48% menos de la media en las consultas programadas. El plan piloto confirmó la juventud de las personas inmigrantes (26 a 29 años de media), catalogó 34 motivos de consulta e identificó el chino y el inglés (30% en ambos casos) como idiomas extranjeros más manejados, seguidos del rumano (23%) y el árabe (17%). En cuanto a procedencia, África (42%) aventajó a Europa (34%) y Asia (24%) por continentes, mientras, por países, Rumanía (32%) y China (22%) destacaron sobre Marruecos.