Los refuerzos sociales ayudan al estudiante a motivarse para mejorar

«Estoy orgulloso de tí», «Estoy contento con lo que haces». Estas son las frases mágicas que los psicólogos aconsejan no escatimar cuando los hijos tienen un buen resultado académico o han mejorado el rendimiento escolar. Un beso o una caricia tienen efectos más positivos sobre el niño que un regalo. «Explicarle a un chico que es necesario que estudie para mejorar su futuro es inútil. Nosotros pensamos que el cerebro de un adolescente no tiene procesamiento en la toma de decisiones y es incapaz de una visión de futuro. El apego y el contacto físico tiene mejores resultados a corto plazo», afirman. El aumento de alumnos que acuden al centro para aprender técnicas de rendimiento escolar- hasta el 2002 (año en el que se cerró el estudio que van a publicar) eran 502-ha obligado a aumentar los cursos que desde hace 19 años imparten los meses de julio y septiembre. Este año también se imparten clases en enero y octubre. Los grupos se establecen según las edades -no inferior a 12 años- y el curso consiste en doce horas de trabajo teórico-práctico durante un mes. «No creemos que los cursos intensivos de un fin de semana sirvan para mucho», aseguran. Consideran que para adquirir el hábito de estudiar es necesario tener tiempo para llevarlo a cabo. «Nosotros hacemos un seguimiento cada trimestre y además tenemos una entrevista con los padres y una evaluación inicial donde analizamos los posibles errores que comete en el estudio y algún rasgo característico de su personalidad». La práctica es el éxito de la técnica aprendida, «queremos que los alumnos duden de lo que les proponemos, pero que lo practiquen y así pueden comprobar la diferencia con lo anterior». Según estos especialistas el grupo ayuda a mejorar el rendimiento. «Llevamos 19 años con esta técnica, tenemos un material experimentado, que pensamos publicar este año, y además somos un equipo multidisciplinar de trabajo». Para que el método de trabajo aprendido sea eficaz es necesario que los niños tengan la supervisión constante de un adulto y la colaboración expresa de los profesores, que suelen estar concienciados con el problema.