Las familias invisibles

Un piso en León y dos en Madrid son, hoy por hoy, los únicos recursos específicos para madres solteras que existen en España. El perfil de las madres solteras ha cambiado mucho en las últimas décadas, pero según la asociación Isadora Duncan «sólo son visibles las madres solteras con alto poder adquisitivo; las demás cada vez tienen más formación, pero son las más pobres dentro de las familias». «Las madres solteras somos las familias invisibles», apostilla María García. No existen estadísticas oficiales sobre madres solteras como únicas responsables de la familia. Según el Instituto Nacional de Estadística, casi el 22% de los hijos e hijas nacidos en España son de madres no casadas -el 18% en León- pero se desconoce cuántas de ellas no comparten su vida con otra persona. Identificar a esta población es «vital» para solucionar sus problemas específicos, insisten en la asociación. Las dificultades para acceder a la vivienda y a los recursos sociales -comedores escolares, plazas en las guarderías municipales- son algunos de los problemas que más se detectan en la asociación leonesa. Los altos precios y las reticencias de algunos arrendatarios para alquilar viviendas a mujeres que, como las víctimas de malos tratos, están contratadas en programas como el plan Dike, figuran entre los obstáculos para que las mujeres puedan desenvolverse autónomamente. Los horarios de las guarderías y la rigidez a la hora de gestionar las plazas impiden, igualmente, que las madres que trabajan a turnos puedan contar con estos recursos para hacerse cargo de sus hijos. Los ayuntamientos de San Andrés y Villaquilambre son, hoy por hoy, los más receptivos a las especiales condiciones de las familias monomarentales por lo que Isadora Duncan intenta negociar plazas específicas. Como recurso novedoso, la asociación trata de poner en marcha un programa de ocio alternativo para las mujeres de la casa de acogida con actividades de montañismo, senderismo y visitas guiadas en sitios donde participen otras personas para no divertirse «en gueto». La asociación reconoce que hasta ahora «el ocio estaba un poco abandonado», pero ahora creen que «no se puede ser buena sin un rato de ocio».