Pudorosos y dejados

Los españoles, ellos y ellas, mantienen sus problemas sexuales de puertas adentro, en la intimidad de la alcoba, y sólo cuando han pasado casi cinco años de silencio dan el paso de consultar con un especialista. Este prolongado mutismo contrasta con la mayor rapidez con que otros europeos buscan ayuda médica, entre cuatro meses y un año los británicos y dos años y medio los franceses. Los expertos subrayan que las disfunciones sexuales son «cuestiones de salud» y pueden alertar de enfermedades graves en ciernes. Por cuarto año consecutivo el Teléfono de Información (902 12 00 88) habilitado por la Asociación Española de Salud Sexual (AESS) actúa como «chivato» y confirma algunos datos previos. Entre enero y diciembre del 2005 recibió 2.233 llamadas que muestran el alto grado de secretismo sexual frente a los problemas. Los hombres -el 87% de las llamadas-- esperan de media cuatro años antes de recabar ayuda; las españolas, casi cinco años. En ambos casos, más de la mitad de los que llamaron (53% varones, y 59% féminas) no habían consultado antes con ningún profesional de la salud, y sólo una estricta minoría --12% ellas, 20.6% ellos- se trataba médicamente. Con todo, estas cifras revelan una cierta mejora. En el 2004, los españoles aplazaban las consultas entre cuatro años y medio, el hombre, y seis años, la mujer. Otros resultados demuestran que se trata de inquietudes de la cuarentena. El promedio de edad de los comunicantes masculinos es de 46 años y las cuitas más frecuentes, la disfunción eréctil (71%), la eyaculación precoz y la falta de deseo sexual. En las mujeres, de 41 años de media, las consultas más habituales son por ausencia de deseo (48%) y disfunciones orgásmicas. El 91,5% tenían pareja estable.