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El Congreso escucha nuevas propuestas para conciliar trabajo y vida familiar

Las expertas defienden «audiciones ciegas» para evitar discriminaciones

Ana Llopis asegura que la presencia de las mujeres en las empresas mejora su crecimiento Acebo: «Si las empresas p

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Noelia López / A. Gaitero - redacción
León

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¿Qué pasaría si en los currículos profesionales no apareciera ni el nombre, ni el sexo, ni la fotografía del candidato? La empresaria Ana María Llopis, consejera de varias empresas internacionales e invitada esta semana a la subcomisión que estudia en el Congreso la conciliación de la vida familiar y laboral, apuesta por trasladar a las empresas las «audiciones ciegas» y evitar así los «sesgos» que frenan el avance profesional de las mujeres. A mediados del siglo pasado, apenas había mujeres en las orquestas americanas, a pesar de que salían muy preparadas de las escuelas de música. Según se decía, fallaban en las audiciones; pero en la orquesta de Boston alguien se preguntó qué ocurriría si los aspirantes tocaran detrás de un biombo. Las mujeres comenzaron a entrar de manera espectacular. Llopis, integrante del grupo de trabajo que ha elaborado el código de buen gobierno de las sociedades cotizadas creado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), recurre a menudo a esa historia para demostrar la discriminación que todavía sufren las mujeres en el mundo profesional. A su juicio, es necesario dejar el «techo de cristal» como algo «histórico» del siglo XX y comenzar a hablar ya de una permeabilidad de las cúpulas; «llegar y ver que podemos llegar», aunque para ello sea necesario cambiar estructuras y horarios, avanzar hacia la flexibilidad y la conciliación y eliminar las prácticas discriminatorias que sufre la mujer. Valoración de las amas de casa Llopis está convencida de que en este siglo se darán dos pasos fundamentales: penetración masiva de la mujer en los consejos de administración y el reconocimiento económico de su trabajo no remunerado «como ama de casa, como cuidadora, como ONG, como trabajadora social», una labor que, cuantificada, supondría el 40 por ciento del PIB de España. Como en el código de buen gobierno de la CNMV, Llopis defiende los beneficios de la entrada de mujeres en los consejos de administración y destaca los estudios que avalan que los índices de crecimiento económico mejoran con la presencia de mujeres en las empresas. A su juicio, si se cumplen las recomendaciones del citado código, «cambiará todo» y no se repetiría el patrón tradicional: de los alrededor de 1.700 consejeros de empresas que cotizan en la bolsa española, el año pasado sólo 104 eran mujeres (más del 60 por ciento por capital familiar); unos 200 consejeros cambiaron en ese ejercicio, pero sólo entraron cinco nuevas consejeras. En la misma línea, Pilar Gómez-Acebo, presidenta de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedepe) advierte de que son cada vez más los hombres los que reclaman «poder conciliar», e «inteligentes» las empresas que potencian esa «calidad de vida». La juventud quiere calidad «Los jóvenes que vienen -explica- no quieren puestos de responsabilidad que impliquen entregar la vida al trabajo; dentro de unos cinco años va a escasear el talento y las empresas van a tener que rifarse a los trabajadores altamente cualificados, que elegirán las empresas que les den mejor calidad de vida». Para Gómez Acebo, como para Llopis, el camino es imparable. En este sentido, la empresaria afirma que «el propio sistema, cuando entra en contradicción plena, se corrige a sí mismo».