«La modernidad se caracteriza por la intolerancia a la tristeza que sigue a cada deseo, satisfecho o no»

El deseo como protagonista de la vida, que cuando se interrumpe altera su devenir (lo que sucede con la psicosis y la neurosis) es el hilo conductor del libro El deseo del deseo , del psiquiatra Fernando Colina Pérez (Editorial Cuatro. Valladolid. 2006) que se presenta en el hospital Santa Isabel de León mañana miércoles a las 19.00 horas. Se trata de un ensayo a caballo entre lo filosófico y la psiquiatría que aborda las polémicas clásicas de estóicos, epicúreos y escépticos cuyo eje central fue cómo controlar las pasiones y cómo hacerse dueño de los deseos. Desde un punto de vista clínico se introduce en las estrategias y respuestas subjetivas que en tiempos más modernos se han dado al deseo, como son la estrategia histérica, la obsesiva y la transguesora. El libro dedica un apartado específico al deseo de poder, en opinión del autor, una de las esferas más abandonadas en el momento presente. «Antes se negaban los deseos sexuales y ahora se niega el deseo de poder, pese », señala Colina. Otro capítulo aborda el papel de la diferencia en el deseo, puesto que «no hay deseo sin diferencia». En este sentido, el director del hospital psiquiátrico Villacián de Valladolid señala que «por mucha igualdad que se alcance (entre sexos y géneros) siempre hay conflicto». En el libro también aborda el exceso de deseo de la modernidad, lo que provoca «una intolerancia a la frustración del deseo y al duelo que hay después de cada deseo que inmediatamente se cataloga de depresión», explica. Fernando Colina señala también que «la modernidad se caracteriza por la intolerancia a la tristeza que sigue a cada deseo, se haya satisfecho o no y en nuestra sociedad los deseos se convierten en obligaciones». El consejo que ofrece al ser humano actual es aceptar que «somos hijos nuestro tiempo y asumir la castración, es decir, que los deseos no siempre son satisfechos». Además, cree que hay que tener presente que «el poder hay que repartirlo y ni queremos tanto como decimos ni nos quieren todo lo que queremos». En definitiva, que «si el amor es difícil, la amistad lo es mucho más».