Diario de León

El 20% de la población ha padecido algún cuadro depresivo alguna vez en su vida

Científicos españoles identifican los genes que predisponen a la depresión

Los investigadores remarcan la importancia de las situaciones vitales estresantes Rojas Marcos: «La comuni

La depresión es la segunda causa de gasto del sistema sanitario

La depresión es la segunda causa de gasto del sistema sanitario

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efe | granada

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Científicos del Grupo Andaluz de Investigación en Salud Mental (Gaisam) han demostrado que existe una predisposición genética a sufrir depresión e identificado genes que aumentan el riesgo de padecerla, si bien también remarcan la importancia de situaciones vitales estresantes en su aparición. Se trata del primer estudio desarrollado en España que tiene en cuenta la interacción entre factores genéticos y ambientales como impulsores de episodios depresivos, y que se ha desarrollado en la Universidad de Granada con participación de centros médicos de atención primaria granadinos y malagueños, según informó ayer en un comunicado Andalucía Investiga. Los investigadores, tras comprobar los casos de depresión, estudiaron exhaustivamente el contexto social de los pacientes y su ADN, tras lo que analizaron la variabilidad de genes candidatos para la depresión. Los responsables Uno de los genes implicados se encarga de codificar el transportador de serotonina (SERT), molécula imprescindible para la comunicación neuronal y responsable del estado anímico y sobre cuya acción actúan los fármacos antidepresivos. El estudio genético reveló que en Andalucía un 23% de las personas estudiadas son portadoras de una forma menos eficaz del gen, por lo que en ellas la capacidad de síntesis de moléculas transportadoras de serotonina está disminuida, lo que se asocia a un mayor riesgo para padecer depresión y responder peor al tratamiento farmacológico. A la predisposición genética se añaden factores ambientales como la muerte de un ser querido, un divorcio, un despido o sufrir maltrato físico o psicológico. En los portadores del genotipo de riesgo que sufran alguna situación emocionalmente estresante, la posibilidad de caer en la depresión es cuatro veces mayor que en el resto de la población. El equipo investigador ampliará ahora su estudio a 5.000 pacientes de cinco zonas de toda España y varios países europeos para finalmente elaborar estrategias sociales y farmacológicas de prevención e intervención. Más mujeres El veinte por ciento de los españoles ha padecido alguna vez en su vida un cuadro depresivo, una enfermedad que además afecta el doble a las mujeres que a los hombres, según el presidente del Consejo General de Colegios de Psicólogos, Francisco Santolaya. «La década de los 90 está considerada como una de las décadas de la ansiedad, y lo que va del nuevo siglo se puede considerar como una década de la depresión», señaló el experto. Santolaya explicó que la depresión es «una de las patologías que normalmente ve más el médico de cabecera», aunque su diagnóstico resulta «bastante complicado» por cuanto a menudo se confunde con otros cuadros de tipo ansioso o enfermedades físicas, ya que «a menudo los pacientes depresivos presentan quejas somáticas». Está enfermedad, refirió, está considerada como la segunda causa mundial de gasto del sistema público de salud después de las enfermedades cardiovasculares, y «los antidepresivos y los ansiolíticos son los fármacos que más se suelen recetar». Según el presidente de los psicólogos españoles, «aunque hay cifras muy variables debido a la dificultad del diagnóstico», los índices llegan al veinte por ciento. Es decir: «hay un índice de prevalencia de la enfermedad del veinte por ciento de personas que alguna vez en su vida han tenido un cuadro de carácter depresivo». Precisó que hay que diferenciar un estado normal de tristeza a un cuadro depresivo de tipo psicopatológico. «Muchas veces cuando hablamos decimos 'hoy estoy depre', que es la forma de describir cómo se siente la persona, pero no tiene nada que ver con la depresión», apuntó. Santolaya comentó, respecto al auge de las «terapias alternativas», que «el problema básico es que los tratamientos deben estar contrastados científicamente, pues para poder decir que existe un tratamiento que funciona tiene que haber una contrastación empírica».

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