Crecen los casos de anorexia entre mujeres con más de cuarenta años

Tres pacientes leoneses y doce enfermos de Castilla y León han recurrido a los pisos terapéuticos de Cataluña para recuperarse de la anorexia y la bulimia que padecen. Según los datos del Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA) de Barcelona, de quien dependen estos pisos, en los cuatro años que lleva funcionando este método terapéutico ya se han atendido a 150 personas de toda España. La directora adjunta del centro, Silvia Navarro, asegura a este periódico que el perfil de la enferma de anorexia y bulimia -el 94% son mujeres y el 6% son hombres, «es un probleam de género»- está cambiando. El trastorno, que se asocia a la adolescencia, está abriéndose camino entre las mujeres adultas de 40 ó 45 años y en niñas de diez y once. «Siempre hay un acontecimiento desencadenante como es el caso de una ruptura sentimental, o algún hecho de este tipo que provoca una determinada situación emocional que acaba en un trastorno alimentario». Los responsables de estos pisos mantienen contactos con la Junta de Castilla y León para que subvencionen estos tratamientos en Cataluña. «Hay otras comunidades que cubren los gastos de tratamiento en los pisos y, en estos momentos, tenemos muy avanzadas las negociaciones con Castilla y León. Hay mucho interés por parte de ellos, desde las asociaciones de familias de enfermas de Burgos nos han enviado ya a pacientes. Hay un conocimiento de quienes somos, el tipo de tratamiento que realizamos y cómo funcionamos», afirma Silvia Navarro. Pese a tener un carácter privado, las terapias en los pisos catalanes están subvencionadas por la Generalitat. «Hasta que llegue el acuerdo con Castilla y León, las enfermas pueden acogerse a varias subvenciones y ayudas», sostiene. El perfil No todas las enfermas son candidatas a los tratamientos en pisos terapéuticos. Tienen que ser personas mayores de 18 años, con un trastorno alimentario de larga duración, con recaídas, en las que la enfermedad se ha cronificado, enfermas sometidas a tratamientos anteriores y no ha habido un resultado terapéutico positivo, o que tienen una «desectructuración familiar» que dificulta la curación. «Estamos hablando de que la persona pueda normalizar sus hábitos de vida cotidianos y conseguir una autonomía personal», sostiene Navarro que argumenta que las personas candidatas a recuperarse en uno de los tres pisos disponibles en Barcelona tienen que tener superada la fase más crítica de la enfermedad, «Una persona con una sintomalogía alimentaria importante no puede estar en los pisos porque no puede hacer la contención adecuada. Esto implica que la persona llega a los pisos mínimamente estabilizada a nivel alimentario, con una buena conciencia de la enfermedad, motivada para hacer cambios en su vida y dispuesta conseguir una serie de objetivos», dice Navarro. Los factores que inciden en las recaídas de los enfermos con un trastorno alimentario son diversos, entre ellos están las dificultades sociales, las dificultades de rehabilitación y de reinserción social «Lo que hacemos en los pisos es un proceso de acompañamiento, una guía más tutorizado para que la persona acabe siendo autónoma», según Navarro.