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Sudar la camiseta Veinte minutos con anestesia general

La hiperhidrosis es el exceso de sudor. El botox y la extirpación de los ganglios que controlan la sudoración son dos alternativas para corregir esta molesta patología

El exceso de sudoración puede resultar invalidante para la persona que lo padece

Publicado por
Carmen Tapia - león
León

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Sudar en exceso resulta molesto y puede provocar infecciones a las personas que sufren este trastorno glandular. La hiperhidrosis consiste en un exagerado aumento de la sudoración que afecta de un modo especial a las manos, axilas y pies. Aunque el sudor es necesario para la regulación de la temperatura corporal, en ocasiones es causa de problemas estéticos y provoca trastornos sociales a las personas que lo padecen. Este problema crea una total inseguridad al entrar en contacto con otras personas y como es una situación que se vive con vergüenza se tiende a ocultar el problema. Esto llega a afectar psicológicamente a quién lo padece. La medicina ofrece varios tratamientos para este trastorno, que afecta a entre el 0,5 y 1% de la población. «Las consultas por hiperhidrosis no superan el 0,1% de todas las patologías dermatológicas», afirma el especialista en Dermatología, Manuel Ángel Rodríguez Prieto. «Las personas que tienen este problema son las que destrozan el papel cuando escriben por exceso de sudor, se limpian la mano antes de dártela o no se ponen ropa oscura ante el temor de que se le vea la mancha de las axilas». La primera opción que tienen las personas que sudan demasiado -hay pacientes que chorrean literalmente el sudo- es un tratamiento farmacológico a base de cloruro de aluminio, que está presente en los desodorantes. La utilización de estos productos bloquean la desembocadura de la glándula, dificultando la salida del sudor. Sin embargo, este tratamiento no es eficaz para la hiperhidrosis, que necesita de otros métodos más especializados para aminorar sus efectos. Según cada caso y la cantidad de sudor que tenga el paciente, el dermatólogo aconsejará en cada momento el tratamiento más idóneo, aunque los especialistas utilizan la toxina botulínica para los casos más invalidantes. Esta famosa toxina, que se utiliza además para los tratamientos estéticos de corrección de arrugas de expresión, actúa también bloqueando la molécula acetilcolina y bloquea la glándula sudorípera. Este tratamiento es eficaz aproximadamente en el 75% de los casos tratados. La aplicación de esta sustancia es sencilla. El dermatólogo realiza el test de Minor sobre la piel del paciente para localizar las zonas de más sudoración. Con esta prueba se pigmentan de color negro la zona de la piel en la que las glándulas son más activas. El especialista pincha el botox debajo de la piel mediante varios pinchazos. El efecto de este tratamiento suele durar alrededor de siete meses, en los que el paciente se ve libre de sudoración excesiva. Pero hay casos rebeldes en los que no funcionan estos tratamientos menos invasivos. Para ellos los dermatólogos tienen otras alternativas, aunque sólo recomendadas en los casos extremos. Este tratamiento es la simpatectomía torácica. Conocida desde hace mucho tiempo, sin embargo hasta hace pocos años no se ha conseguido realizar de una forma sencilla y poco traumática. Tratamiento La vídeo-toracoscopia ha revolucionado el tratamiento de la hiperhidrosis permitiendo destruir el funcionamiento del sistema simpática de forma selectiva, con cirugía mínimamente invasiva, para la sudoración en manos, axilas y cara, siendo efectiva en un 99% de los casos para las manos y en mas de un 85% para la cara. Para las axilas se consigue un buen resultado inicial, pero puede decaer con el tiempo a un 75%. «Los ganglios del sistema nervioso autónomos están en el abdomen (que controla el sudor de los pies) o el tórax (que rigen el sudor de las manos y las axilas). Con la operación bloqueamos el estímulo de las glándulas sudoríparas y se elimina el sudor», explica el doctor Rodríguez que advierte que son pocos los hospitales públicos que practican esta técnica en España, reservada sólo para los casos más invalidantes que no responden al tratamiento con el botox. Sin embargo, existe una contraindicación que aparece tras la operación y es que suele desencadenarse una hiperhidrosis compensatoria, es decir, una vez eliminado el sudor de una zona afectada, aparece un exceso de sudoración en otra parte del cuerpo, «por eso es el dermatólogo el que, dependiendo de los casos, aconsejará el tratamiento más adecuado al paciente». La sudación generalizada se activa ante estímulos térmicos y está regulada por órdenes centrales del hipotálamo. Sin embargo, las glándulas sudoríparas de ciertas áreas cutáneas como las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la región craneofacial se muestran especialmente sensibles a estímulos emocionales. El problema principal es el estrés psicosocial que sufre el paciente con hiperhidrosis. La presencia de sudoración excesiva hace que la piel esté mojada traspasando hasta la ropa, especialmente a nivel de las axilas. A esta situación hay que añadir el de las infecciones por los restos de las células descamadas de la piel por la acción de bacterias y de hongos que contaminan la zona, situación denominada bromhidrosis. Esta es una de las razones por las que muchos pacientes optan por la operación para corregir el problema. Es una técnica relativamente reciente. Los especialistas empezaron a utilizarla hace cinco años. El cirujano efectúa dos pequeñas incisiones de unos milímetros por debajo de las axilas para poder introducir una pequeña cámara y los instrumentos de trabajo. El aspecto posterior de estas incisiones es muy estético. La intervención se realiza con anestesia general, su duración es de aproximadamente 20 minutos. El efecto de la intervención es inmediato. Solo es necesario una noche en clínica. La actividad laboral se puede iniciar en dos días. En ninguna intervención puede garantizarse el éxito al 100%. En esta los resultados óptimos están en torno al 99% para las manos. A veces puede disminuir las posibilidades de éxito la existencia de adherencias en el pulmón, sobretodo por traumatismos torácicos previos o un sobrepeso como en otros tipos de intervenciones quirúrgicas.

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