Recetas de todo corazón

Con la tríada de la dieta mediterránea (frutas y verduras frescas, cereales y legumbres y aceite de oliva) y la imaginación de los maestres de cocina, la comida cardiosaludable ya no es un sacrificio para los paladares. Así lo muestra el libro De la mesa a la cocina 2 publicado este mes por la Consejería de Sanidad con el asesoramiento de expertos en nutrición y maestres (Miguel Ángel del Pozo y Carlos Robles, entre los leoneses) y que recoge 65 recetas cardiosaludables. La Junta de Castilla y León ha editado tres mil ejemplares de este nuevo volumen, que pretende distribuir entre asociaciones de la comunidad interesadas por la salud. Asimismo, el recetario está disponible en la página web de la Junta (www.jcyl.es) dentro del portal de salud. Ofrece sugerencias de primero y segundo complementarios y varios postres opcionales. Todas ellas están adaptadas a la Guía Europea de Prevención Cardiovascular, que aconseja a la población seguir una dieta variada, con una ingesta media para personas adultas de entre 1.500 y 2.000 kilocalorías puesto que uno de los problemas nutricionales más graves de los países occidentales es el elevado consumo de calorías, así como de ácidos grasos saturados. Además de los tres grupos de alimentos básicos, la dieta mediterránea fomenta el consumo moderado de pescado y pollo, incluye el queso, el yogur y los frutos secos como alimentos complementarios y reduce al mínimo las carnes rojas y los alimentos ricos en azúcares refinados. Otro hábito imprescindible para el control de la presión arterial es limitar el consumo de sal. Son muchas las sociedades científicas que recomiendan moderación a la hora de añadir sal para condimentar los alimentos preparados en el hogar, así como incrementar el consumo de productos frescos y con bajo contenido en sodio. Como ventaja añadida de la dieta mediterránea para controlar la presión arterial, la Consejería de sanidad subraya que las frutas y verduras frescas son las fuentes principales de potasio y, a su vez, la mayoría contienen calcio, sustancias beneficiosas para el sistema circulatorio. Fibra y antioxidantes Los expertos en nutrición apuntan también que la ingesta de productos vegetales también puede ser beneficiosa para la prevención cardiovascular debido a su contenido en fibra y diversas sustancias antioxidantes. Asimismo, es crucial el consumo de un tipo de grasa monoinsaturada como es el procedente del aceite de oliva y de los ácidos grasos esenciales, como el omega 3, que contienen especialemente los pescados, frente al carácter pernicioso de las grasas saturadas. «Parece más importante el tipo de grasa consumida que la cantidad total, cuyo límite superior podría situarse entre el 30 y el 35% de la ingesta calórica total, siempre que exista un predominio de los ácidos grados monoinsaturados», subraya el libro, que cuenta con el asesoramiento de la sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Río Hortega de Valladolid. La grasa saturada, que se considera muy difícil de eliminar de la dieta, no debe superar el siete por ciento de la ingesta calórica total. Vino, por prescripción médica En cuanto a las bebidas alcohólicas, la publicación se atiene a las nuevas normas y no aconseja ningún tipo de consumo, ni siquiera de vino, como cardiosaludable. En este sentido, explica que «los consejos en relación con el consumo de bebidas alcohólicas deben ser abordados por los médicos con cada paciente individualmente, sopesando las ventajas e inconvenientes que este consumo puede proporcionarle». La elaboración de este recetario, continuación del que ya fue editado por la Consejería de Sanidad, forma parte de las intervenciones que la Junta desarrolla en los distintos ámbitos de actuación recogidos por la Estrategia de Salud cardiovascular de Castilla y León. Las cardiopatías isquémicas -infarto agudo de miocardio- y el ictus son dos enfermedades cardiovasculares muy influencias por algunos factores de riesgo como el consumo de tabaco, hipercolesterolemia, hipertensión arterial, obesidad, diabetes y sedentarismo. La prevención de estos factores de riesgo se considera crucial para reducir la morbilidad y la mortalidad que ocasionan dichas enfermedades en la sociedad occidental.