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Un millón de personas en España son sordas, de las que 35.000 tienen menos de 24 años

El volumen de los reproductores iPod y MP3 adelantan la sordera treinta años Ansiedad, insomnio y dolor de cabeza, los primeros síntomas

Escuchar música con un volumen alto durante más de 90 minutos al día causa daños irreversibles

Los auriculares de botón son más perjudiciales que los tradicionales

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Carmen Tapia - león c. tapia | león
León

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«Con el volumen emitido por los nuevos reproductores de música MP3 e IPod, la nueva tecnología de audio de las salas de cine y las salas de ocio nocturno y en los coches, los jóvenes se arriesgan a quedarse sordos treinta años antes que la generación de sus padres». Quien así alerta de las consecuencias de la exposición a ruidos de alta intensidad es el jefe de servicio de Otorrinolaringología del Hospital de León, Cristino Casas. Este especialista, que ha dado varias conferencias sobre las consecuencias del ruido en el deterioro del oído, advierte que escuchar música con auriculares con un volumen alto y durante más de 90 minutos al día puede dañar irreversiblemente la audición. «Este tipo de dispositivos digitales, son capaces de producir directamente en el conducto del oído externo 139 decibelios de volumen, cuando incluso los sonidos de 80 a 90 decibelios pueden ocasionar daños irreversibles». Casas compara la intensidad del sonido de estos aparatos con el ruido generado por un avión al despegar. «Si una persona se excede un día, y luego no usa los auriculares durante una semana no ocurre un mayor riesgo, el problema está en alguien que excede el 80% del volumen del aparato durante 90 minutos días tras día, mes tras mes, año tras año». Según la Encuesta Nacional de Salud, un millón de personas tienen sordera en España, de los que 35.000 tienen entre los 15 y los 24 años. «El aumento de la sordera entre los jóvenes se atribuye al uso frecuente, y generalmente a todo volumen, de estos aparatos». Auriculares de botón El dispositivo más perjudicial para el oído son los llamados auriculares de botón, «además de colocarse directamente en el conducto auditivo externo, al contrario que los modelos más antiguos de cascos, con almohadillas y diadema de sujeción, los actuales auriculares apenas si aíslan el ruido exterior provocando que la persona tienda a subir cada vez más el volumen, con las consiguientes repercusiones para el oído», asegura Casas, «si la música de unos casos está suficientemente alta para que la escuchen las personas que están alrededor, entonces está lo suficientemente alta como para causar daños en la audición. Estos sonidos a altas densidades ocasionan la muerte de células receptoras del oído interno, que son irrecuperables». Los especialistas aseguran que los trastornos producidos por el ruido no sólo afectan al oído, «una vez desatada la sordera por ruido, ya el paciente ha convivido con una permanente alteración nerviosa, desórdenes digestivos, insomnio, agresividad, fallos de la visión, problemas cardíacos, hipertensión arterial y bajo rendimiento productivo, entre otras cosas». Las perdidas de audición producidas por el ruido son bien conocidas desde la antigüedad. En la historia del naturista y escritor romano Plinio el Viejo (79 a. de Cristo) se relata que los pacientes que vivían cerca de las cataratas del Nilo se quedaban sordos debido al ruido. La pérdida de audición es sutil. Se da tan gradualmente que muchas veces la persona que la sufre no lo nota hasta que comienza a escuchar un zumbido, «en general el primer síntoma no es la sordera, sino el zumbido y la sensación de ensordecimiento», afirma Cristino Casas, «en muchos casos la gente no repara en este sonido durante el día, que es de muy baja intensidad, sino sólo en el silencio de la noche», destaca este otorrino que advierte que los síntomas desaparecen con el descanso para ser definitivo más adelante. «El zumbido es signo de la primera lesión, que se produce a nivel de las frecuencias agudas, y que no afecta, por lo tanto, a la percepción del habla. Pero si continúa la exposición, se afecta la percepción de tonos medios y graves y se dejará de escuchar las conversaciones», advierte este especialista. La pérdida de audición ocasiona problemas sociales serios, «desconecta a las personas de su familia y amigos y hace la comunicación extremadamente difícil». El ruido está considerado como una forma de contaminación ambiental. El oído humano está preparado para soportar unos 80 decibelios como término tolerable. Esta percepción sonora se puede equiparar con la producida por una calle de tráfico elevado. Más de 80 decibelios es perjudicial para el organismo, estiman los especialistas. «A partir del uso de maquinarias desde las herrerías en la Edad Media el inicio de la artillería en las guerras, se observó como los sujetos sometidos a sonidos de intensidades elevadas desarrollaban sorderas profundas», explica Casas que define el ruido como un factor de disturbio ecológico al que se atribuyen distintas enfermedades.

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