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Drogadicciones en la encrucijada El Defensor del Menor pide más políticas de prevención

El policonsumo alcanza a los pacientes de metadona, que en su mayoría toman alcohol, tranquilizantes, cannabis o cocaína, mientras los especialistas piden otros sustitutos

Los estudios detectan que entre los pacientes tratados con metadona predominan los policonsumidores

Los estudios detectan que entre los pacientes tratados con metadona predominan los policonsumidores

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Manu Mediavilla - santiago de compostela
León

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España se sitúa en una auténtica encrucijada. Frente a importantes avances en el abordaje terapéutico de las drogadicciones, como el liderazgo europeo en programas de metadona (unas 75.000 personas) y la consecuente «normalización» de pacientes tratados por dependencia a heroína, se perfilan inquietantes sombras, como la baja percepción del riesgo o el doble fracaso en frenar el inicio de nuevos consumos. Este retrato de situación fue expuesto por el presidente de la sociedad científica Socidrogalcohol, Julio Bobes, en el seminario «Dependencia a opioides: Actualización y nuevas opciones terapéuticas», en el que varios ponentes abogaron por añadir alternativas de tratamiento a la metadona oral, el único sustitutivo de la heroína aprobado por Sanidad. El último autorizado por la UE combina buprenorfina y naloxona y, según expertos de la Sociedad Española de Toxicología (SET) como Javier Álvarez, ofrece ventajas respecto a la metadona que aconsejarían pasar a esa terapia a «un 5%-20% de pacientes con dependencia a opiáceos». Ventajas Álvarez, coordinador del grupo de especialistas que elaboró un documento de consenso de la SET, consideró que «buprenorfina debería ser un medicamento financiado por la Seguridad Social», y se quejó de que España sea el único país de la UE donde «no se puede prescribir». Máxime cuando en la vecina Francia ha sido protagonista, como dijo el director del Centro de Tratamientos en Adictología de Bayona, Jean Pierre Daulouede, de uno de los mayores éxitos de salud pública de los últimos años, al quintuplicar en una década la cobertura terapéutica a drogodependientes de opiáceos (80.000 pacientes tratados, más 15.000 con metadona) y rebajar casi un 90% los fallecimientos por sobredosis y por VIH-sida. En total, remachó, hubo «diez veces menos muertes con buprenorfina que con metadona». Álvarez reconoce que se trata de aprovechar sus ventajas en los pacientes más indicados, que serían quienes no toleran la metadona o quienes, recibiendo ésta, muestran un progreso hacia la normalización que aconseja un fármaco de dosis flexibles (una pastilla sublingual diaria o varias a la semana) y que incluso podría tomarse en casa. La combinación de buprenorfina con naloxona tiene una doble ventaja, ya que a la eficacia de la primera para combatir el síndrome de abstinencia (con un

que protege contra el riesgo de dificultad respiratoria y de sobredosis) se suma un curioso beneficio de la segunda, que en la práctica impide el mal uso del medicamento y su posible «desvío» al mercado negro. Por vía sublingual, la naloxona no se absorbe y deja que actúe la buprenorfina; pero si se inyecta o inhala, sí lo hace y provoca síntomas de abstinencia. El escenario español de los tratamientos por dependencia a opioides se encuentra en la misma encrucijada que las drogadicciones en general. El llamado policonsumo o abuso simultáneo de varias sustancias tóxicas se manifiesta en distintos contextos, y ni siquiera es una excepción el de las terapias sustitutivas. Desde la Sección de Adicciones de la Sociedad Española de Psiquiatría se recuerda que el 60% de los tratados en el sector público lo es por heroína y otros opiáceos, aunque con un perfil claro de policonsumo en el que abunda la cocaína (71%), por delante del cannabis (36%), alcohol (25%) y tranquilizantes (18%). Pero lo más llamativo es que ese consumo múltiple también parece extenderse a los pacientes en programas de metadona, y Rubio cita los de dos centros de su área en los que el perfil de los usuarios es una persona de 35-40 años, varón (87%), con siete años de terapia y que también consume cocaína, cannabis, alcohol y tranquilizantes. El Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, advierte del aumento del consumo de alcohol, hachís y cocaína entre los adolescentes y pidió a las administraciones públicas que dirijan sus políticas de actuación a frenar y prevenir el consumo de drogas que cada vez comienza antes. El Defensor del Menor señala que la lucha contra la droga «requiere un planteamiento equilibrado y multidisciplinario, encaminado a reducir la oferta y la demanda con actuaciones horizontales en la sanidad, la educación y la justicia». Solicita a las Administraciones Públicas que propongan y habiliten alternativas de ocio para los jóvenes, que no se circunscriban al disfrute de la noche y al consumo de alcohol y drogas, así como hacer campañas «eficaces y permanentes en el tiempo, y adaptadas a cada tramo de edad» con el fin de «hacerles autónomos y firmes ante cualquier tipo de influencia». En cuanto a la disponibilidad de las drogas, el Defensor del Menor recuerda que los jóvenes pueden conseguir estas sustancias, especialmente el alcohol, a muy bajo precio, y lo más preocupante es que casi siempre pueden hacerlo cerca del entorno escolar.
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