Los ojos reciben un 85% más de radiación ultravioleta en la nieve Gafas de sol para los más pequeños

La nieve reverbera un 85% de los rayos solares, el agua del mar un 20% y la arena un 10%. «La nieve es la que mas daño puede ocasionar a los ojos que no están bien protegidos», asegura Agustín Fragero, delegado en León del Colegio de Ópticos. El índice de rayos ultravioletas aumenta un 10% por cada 1.000 metros del altitud. Los alpinistas, los que practican deportes de deslizamiento en la nieve, la vela y los expedicionistas en el desierto se exponen a verdaderos peligros. Los esquiadores están más expuestas a sufrir daños oculares, que van desde la sequedad lagrimal a picazones en los párpados. A largo plazo, los efectos acumulativos nocivos provocan una deshidratación en los tejidos, en particular en el cristalino, que puede llevar a una catarata precoz, o una queratitis, cuando el daño se produce en la córnea, dice Agustín Fragero, que aconseja el uso de gafas con un filtro solar alto (entre un 3 y un 4) para practicar deportes de mar y montaña, que además cuenten con un filtro solar polarizante, que elimina los deslumbramientos. Protección diaria Fragero es tajante a la hora de advertir sobre los efectos nocivos de la luz solar sobre los ojos, «deberíamos llevar gafas con filtros ultravioleta a diario, con filtros solares que van del 0 al 2 de protección. El sol intermedio, el que hay cuando caminamos por la calle, absorbe entre un 20% y un 50% de luz por lo que la exposición continua puede provocar daños irreversibles en el ojo». Una exposición prolongada a la luz visible puede provocar una sensación de vértigo y molestias visuales. Los ultravioletas son responsables de los daños causados en las células y los tejidos. Son los rayos luminosos más nocivos. Cuanto más seco y cálido es el aire, más peligrosos son los rayos. Para este tipo de luz extrema es aconsejable utilizar las lentes adecuadas, fotosensibles, que protegen de los ojos de la radiación solar. Fragero recomienda que siempre se consulte con un óptico antes de comprar unas gafas con protección solar, o bien acudir a los centros especializados donde tienen material deportivo homologado. Los especialistas alertan también del aumento de tumores en la zona ocular por causa de la excesiva exposición al sol. El ojo del niño es especialmente sensible a la radiación solar. El cristalino infantil está totalmente desprovisto de protección por ser transparente, por lo que recibe una mayor cantidad de rayos solares nocivos que el adulto. La transmisión de los ultravioletas y los infrarrojos a los bebés es casi total. Antes del año, el ojo del niño recibe el 90% de los rayos UVA, los más nocivos, y el 50% de los UVB. A los 13 años el ojo recibe un 60% de los UVA y un 25% de los UVB. Sólo a partir de los 18 el ojo es capaz de protegerse totalmente. «a partir de esta edad el critalino está preparado para protegerse de los rayos olares, sin embargo, la exposición constante puede provocar cataratas precoces», asegura el óptico Fragero es partidario de que los más pequeños también llevan gafas de sol habitualmente. «La protección solar en el niño debe empezar desde la infancia porque no están inmunizados a los efectos nocivos de los rayos oslares y su cristalino no es opaco a esta temprana edad». Una buena gafa evita problemas con el tiempo. «Los rayos ultravioleta C, que antes no llegaban a la Tierra por la protección que ejercía la capa de ozono, ahora no es así y son muy dañinos para los ojos», dice este especialista que recomienda el uso de lentesfotocromáticas, de utilización diaria para las personas que necesitan llevan graduación en la lente, «es una gafa que lleva incorporada una molécula que se oscurece al contacto con los rayos ultravioletas». Para las actividades diarias deben utilizarse gafas homolgadas que protejan los ojos ante cualquier intensidad de luz.