Diario de León

| Entrevista | Manuel Desviat |

«La sanidad necesita un pacto de Estado para ser sostenible»

Uno de los «padres» de la reforma psiquiátrica de España pronuncia la conferencia inaugural de las jornadas de salud mental que se celebran el viernes y el sábado en León

León

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Homenajeado en Brasil por su contribución a la reforma psiquiátrica y apartado en Madrid como jefe de salud mental de Leganés por el Gobierno Aguirre. Manuel Desviat es un referente en la psiquiatría española, aunque ahora asiste con resignación al desmantelamiento de la red de recursos comunitarios que puso en marcha para atender a los enfermos mentales en Madrid, donde se vive una «vuelta atrás» con la apertura de nuevos hospitales psiquiátricos. El viernes pronuncia en León la conferencia inaugural de las VIII jorandas de la Asociación Castellana y Leonesa de Salud Mental. Abordará el futuro de la atención en salud mental a partir de un análisis de la situación de lo público en general, en un momento en que el Estado del bienestar hace grandes concesiones al mercado. «Y cuando prima el negocio -advierte- en sanidad se resienten mucho más las patologías crónicas, que requieren una atención muy sostenida en el tiempo», como la salud mental. Desviat abordará también los cambios en la demanda: el paso de atención psiquiátrica paternalista a reivindicaciones fragmentadas de la población, que no siempre coinciden con la mejor atención. Y reflexionará sobre el alto grado de medicalización y psicologización de una sociedad en la que la «principal forma de protesta social por encima de la huelga es la baja laboral». Dirige la revista Átopos, en la que la reflexión sobre la salud mental siempre deja un hueco a la cultura. En el último número aparecen fragmentos de La descripción de la mentira, de Gamoneda, un poeta al que admira. La última vez que visitó León fue para ver su exposición. -La reforma psiquiátrica se inició cuando el Ministerio de Sanidad tenía las competencias en salud. Ahora corresponden a las comunidades autónomas. ¿Hay muchas diferencias en la atención? -La primera debilidad de nuestro sistema sanitario es que el Estado ha perdido capacidad de liderazgo y la sanidad es tremendamente desigual en cada comunidad e incluso en cada ciudad. Hay una carencia normativa que fija a las ciudades unos mínimos sanitarios homologados. Y hay 17 servicios de salud. Otra tremenda desigualdad es el maltrato a los profesionales: sueldos diferentes en distintas comunidades y con una media de las más bajas de Europa. Tampoco hay una carrera profesional: toda la reforma sanitaria se ha hecho con un gran esfuerzo de los profesionales que no han visto reconocida ese trabajo. -¿La estrategia de salud mental aprobada en 2007 por el Gobierno corregirá estas desigualdades? -El problema es que el Ministerio no tiene capacidad de liderazgo para que eso sea realidad. Tiene más poder el Estado en ciertos estados federales que aquí. Este sistema permite que en Madrid no haya listas de espera porque miden no a partir de cuando se decide que una persona tiene que ser operada, sino cuando se le asigna el anestesista... La estrategia está bien porque sirve para dar cuerpo a las demandas de los profesionales. Pero creo que el Estado español tiene que hacer un pacto por la sanidad para que sea sostenible. -Aparte del esfuerzo de los profesionales, ¿la reforma psiquiátrica se ha hecho también a costa de las familias? -La reforma se ha hecho sin crear suficientes recursos de rehabilitación y residenciales. Ha logrado sus objetivos en cuanto a que desaparezca la hegemonía del hospital psiquiátrico en favor de unidades en hospitales generales y centros de salud mental, pero la creación de recursos para sostener a los pacientes en la comunidad ha sido muy débil y las familias se han convertido en los cuidadores informales con el grave problema de crear patología en la propia familia. Faltan muchos viviendas supervisadas, pisos protegidos, centros de día, unidades residenciales. Los pacientes ingresan en las unidades de agudos; al poco tiempo salen y terminan en las casas con una situación de gran sufrimiento por parte de las familias. -¿Ha habido una incomprensión social hacia la reforma? ¿La mente colectiva no ha roto con el concepto de manicomio? -Ha habido un cambio de mentalidad hacia el enfermo mental: ya no está tan estigmatizado aunque se han desplazado a él miedos y fobias sociales sobre todo cuando se producen crímenes. Es cierto que no ha sido erradicado en la cabeza de la gente el hospital psiquiátrico. Al principio las familias se resistían a que los pacientes salieran, luego, a través de las asociaciones, fueron promotoras de la reforma y ahora, al ver que no tienen recursos, quieren una solución y vuelven a pedir hospitales psiquiátricos. Es un cambio muy lento. La reforma psiquiátrica se ha hecho bien aunque de manera desigual. El problema es que hay una inflexión importante en el país. -Visto lo que sucede en Madrid en salud mental, ¿aconseja poner las barbas a remojar? -Hay dos lecturas de lo que pasa en Madrid. Una: en Madrid no ha habido planificación y al mismo tiempo una política persecutoria (Severo Ochoa, salud mental) por querer atacar los sitios punteros de lo público. Dos: No importa lo público y se está dejando morir. -Hemos pasado de las patologías por la represión a las del «just do it» (hágalo ya). ¿Implica esto un cambio en la atención? -Los cambios en la forma de vida y la sociedad piden una respuesta inmediata y hedonista, evitando todo tipo de sufrimiento. Hay una demanda «proteíca», que rompe las posibilidades de respuesta en la salud mental, de modo que el último libro blanco de la psiquiatría francesa se plantea que la psiquiatría está en crisis y puede desaparecer aplastada por esa demanda que no puede manejar bien y la tendencia de la industria farmacológica de intentar reducir todo a la biología y crea pastillas para la timidez. Las patologías emergentes son los trastornos de la conducta alimentaria y de personalidad, que también son patologías sociales. Hay una gran insatisfacción basada en una oferta desmedida que no se puede cubrir nunca. -¿Por qué dice que la forma más importante de protesta social es la baja laboral? -Y no de una manera fraudulenta, además. Dicen que hace muchísimos años la gente iba a pedir vitaminas al médico porque no podía comprar naranjas. Yo creo que ahora la gente va a pedir cosas ante la más mínima crisis, porque no hay una respuesta social; no hay vida comunitaria ni movilización social -¿Y el psiquiatra en que se convierte? -Suavizamos las situaciones y apagamos los incendios personales. Hacemos un poco de bomberos.

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