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Ninguna empresa de León solicitó la ayuda durante su implantación como experiencia piloto OPINIÓN

La Junta oferta a las empresas un plande ayuda familiar a los trabajadores Cuidados para el que cuida

Los empresarios pueden solicitar el cheque-servicio, que facilitará apoyo puntual en urgencias

Publicado por
Carmen Tapia ÁNGEL GARCÍA PRIETO | PSIQUIATRA - león
León

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Las empresas de León y del resto de la comunidad tienen de plazo hasta el 30 de junio para adherirse a un programa de conciliación laboral y familiar. El cheque-servicio facilitará resolver situaciones de urgencia e imprevistos familiares. Si la empresa está apuntada al servicio, el trabajador podrá solicitar la ayuda en caso de que una urgencia familiar le impida acudir a su puesto de trabajo por verse en la necesidad de atender a algún miembro de la familia (hijos, mayores, personas con discapacidad). El usuario solicita los servicios de un profesional experto acreditado que se hará cargo de la situación durante el tiempo requerido para que el solicitante pueda incorporarse a su puesto de trabajo. Mínimo y máximo El servicio durará un mínimo de dos horas y un máximo de ocho horas diarias. La suma de horas anuales de servicio no sobrepasará las ochenta horas. «Es un servicio de ayuda para las urgencias que le puedan surgir al trabajador», dice la responsable del servicio de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, María Dolores Moñux. El coste del servicio es de catorce euros la hora, de los que la Junta subvencionará once euros. Los tres restantes serán abonados por el trabajador. Pero las empresas pueden mejorar el servicio pagando la totalidad o parte del coste del que se hace cargo el trabajador. Para sufragar estos gastos la Junta ha previsto este año un presupuesto de 150.000 euros y otro tanto para el 2009. El programa de la Junta es la continuación de una experiencia piloto en funcionamiento durante el 2006 y el 2007, sin éxito en la provincia de León. Ninguna empresa de la provincia solicitó adherirse a esta ayuda, «sólo dos o tres que tienen implantación en la comunidad y afectaba también a los trabajadores de León». Una de las razones es que la experiencia piloto sólo se desarrollaba con las empresas integradas en la Federación de Polígonos Industriales de Castilla y León, empresas de la Red de Recursos Humanos de Castilla y León y los Centros Europeos de Empresas e Innovación de Castilla y León. Burgos y Valladolid fueron las provincias que recibieron más ayudas de este proyecto. El servicio atendió a 321 personas, de las que el 66,8% son niños, el 23,6% mayores y el 9,6% personas con discapacidad. La mayor parte de los solicitantes, un 59,5% fueron mujeres. Ayuda ampliada Los responsables de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de la Junta quieren ahora hacer extensiva esta ayuda a todas las empresas, sin excepción, ubicadas en la comunidad. «A las empresas no les cuesta nada, pero pueden ampliar el servicio sufragando todo o parte de la cantidad que tiene que pagar el trabajador», dice Moñux que asegura que los teléfonos de información de la Junta se han «colapsado» desde que el Boletín Oficial de castilla y León (BOCYL) publicó el 29 de abril la resolución de la consejería, pero puntualiza que el mayor número de llamadas procenden de los propios trabajadores, «también nos han llamado de los servicios de otras comunidades autónomas que quieren saber el funcionamiento de este programa». La Junta considera este servicio como una herramienta «eficaz» de conciliación. ES FRECUENTE que acudan a la consulta psiquiátrica muchas personas que presentan una sintomatología ansiosa y depresiva derivada del padecimiento de situaciones de estrés, más o menos alargadas en el tiempo, por circunstancias adversas de la vida. Pérdidas de personas queridas, accidentes, desgracias materiales, enfermedades importantes, problemas afectivos, paro laboral, frustraciones profesionales o vitales¿Una larga lista de acontecimientos que todos podemos sufrir en mayor o menor medida en la vida, pero que por su gravedad, acumulación, presentación en momentos clave o simplemente por colmar la capacidad de sufrimiento de la persona - que es muy variable de unos a otros - acaban por poner en marcha un mecanismo psicopatológico que, en lenguaje profesional, denominamos Trastorno Adaptativo Ansioso-depresivo, Reacción depresivo-ansiosa o de otras maneras similares. Y una de las causas más frecuentes de esta enfermedad es el desgaste al estar al cuidado de familiares enfermos crónicos o ancianos inválidos. A la necesidad de atención de la persona necesitada, el cuidador muchas añade su propio exceso de responsabilidad, perfeccionismo, obsesión y sentimientos de autoexigencia que superan lo razonable. Se suele tratar con más frecuencia de mujeres en torno a los cincuenta años -ya que son las mujeres las que más se encargan de estas atenciones - que tienen a su cargo uno o más enfermos con mayor o menor invalidez. La vivencia de sujeción, saberse responsabilizadas las veinticuatro horas del día de los treinta días del mes, por años indeterminados, acaban con la paciencia de casi todos. Sobre todo si se sienten solos, si no pueden compartir los temores, ansiedades, sentimientos encontrados y dudas sobre lo que tienen entre manos, o mejor, a sus espaldas. Absorbentes Muchas veces esos enfermos o mayores que cuidan - por la propia enfermedad o por su carácter, que se exagera en la vejez - son del todo exigentes, celosos, absorbentes. No permiten que les dejen solos ni un momento, protestan por los detalles de la alimentación, tienen celos de otros familiares, etc. En definitiva, además de necesitar una dedicación total, producen una frustración completa y el cuidador ve perdida su vida propia e incluso se siente culpable de no poder dedicarse a su marido, sus hijos, su trabajo profesional, sus amistades o sus aficiones. Aparece el cansancio, la irritabilidad, la desesperanza, los sentimientos de inutilidad mezclados con sentirse insustituible e imprescindible¿Se rompe la propia salud y los nervios, con trastornos del sueño, de la alimentación, del estado de ánimo y a veces con alguna enfermedad somática sobrevenida. El consejo es que muevan todos los recursos -familiares, económicos, sociales, morales - para compartir responsabilidades con otros miembros de la familia, con cuidadores profesionales por horas pagados o subvencionados por organismos de ayuda social, centros de día e incluso residencias, si es preciso. Pensando que la falta de salud o valimiento de una persona va a acabar arrastrando a la enfermedad y la incapacidad de otras o al deterioro global de la propia familia. Es necesario que los cuidadores descansen un tiempo razonable todos los días, salgan - sin teléfono móvil y sin sentimientos de culpa - de paseo, a hacer otras cosas necesarias para su casa, a tomar un café con las amigas, a misa, al cine, a la biblioteca, a volar una cometa o a contar las flores de un jardín público. Que puedan contar con algún fin de semana para acudir a un acontecimiento o hacer un viaje, que una temporada al año se vayan, o se queden, de vacaciones. Desde luego deben dormir cada día; no tomar alcohol «para entonarse» - si lo toman, que lo hagan porque les da la gana -; no sentirse culpables por estar alegres, reír, cantar o participar en bromas¿ Deben vivir su propia vida, que es necesaria para poder darla a los demás, pero para darla de una manera racional, sana y vital. Nadie puede, ni debe suicidarse, tampoco por los demás.

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