«Nos consideran salvadoras, pero no nos dan recursos»
-Hay mujeres que defienden su derecho a ser amas de casa... -Me parece muy bien. A esas mujeres en particular no tengo nada que decirles. Pero sólo el 44 por ciento de la población femenina en edad de trabajar tiene un trabajo remunerado. ¿Es que el 56% restante han hecho todas la elección de quedarse en casa? ¿Lo han elegido entre otras alternativas? Ahí es donde se demuestra que estamos en una cultura que orienta a las mujeres hacia determinados roles y a los hombres hacia otros y en este contexto es muy difícil hablar de opciones personales. -«Sólo con las mujeres se superará la pobreza». ¿No es un discurso parecido a ese de que concilien las mujeres, un poco peligroso? -Es un discurso muy peligroso. Hay muchos mitos en el campo de la cooperación al desarrollo no favorables para las mujeres: se nos considera las salvadoras de la crisis alimentaria y de los destrozos ecológicos y cargamos sobre nuestras espaldas la responsabilidad de poner bien este planeta que los hombres estropean por sus modos de producir y guerrear. Y desde hace una década se nos responsabiliza de sacar de la pobreza a los países pobres. Eso no es más que un eslogan y los mismos que hacen ese eslogan no ponen en manos de las mujeres los recursos necesarios. Sirvan de ejemplo los datos de la cooperación española del 2007: si sumamos los recursos destinados a organizaciones e instituciones de igualdad de las mujeres y políticas de salud reproductiva tenemos el seis por ciento de toda la ayuda al desarrollo en España. Es una incoherencia tremenda y una gran hipocresía. -Tal vez digan que se apoya a la mujer transversalmente... -Si preguntamos cuánto de los otros programas va para las mujeres no tienen datos porque no desagregan los beneficiarios por sexos. Se habla de familias como si fueran un conjunto armónico, cuando de los 800 millones de personas pobres el 80% son mujeres y niñas. En la familia se distribuye el alimento de manera desigual (hay hombres sobrealimentados) así que es necesario hacer algo expresamente dirigido a que esas mujeres accedan en igualdad a la comida.